El Madrid se agarra a la Liga

Primera | Racing 2 Real Madrid 3

El Madrid se agarra a la Liga

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Un gol en la prolongación de Zidane valió la victoria en Santander. A falta de acierto, hubo pasión. Benayoun, el mejor de un buen Racing

La pasión es el último recurso a falta de otros, o cuando los otros no se presentan. Es incendiarlo todo porque no hay chispas, es exponerse, sufrir, retorcerse, rebelarse. Y no es en absoluto una solución menor, sino mayor. Es un argumento que delata grandeza porque niega la opción de morir prisionero. Así venció el Madrid. No encontró fútbol, ni orden, ni inspiración, como suele. Pero esta vez decidió apasionarse y la consecuencia es que apasionó. Y hacía mucho tiempo que no lo conseguía, al menos sin haber un premio cerca o una copa en la banda.

Debe asumir el Madrid que, ahora mismo, restado los pros y los contras, el talento y la edad, el nombre y la saciedad, calculado todo eso, es un equipo mediano y así debe comportarse, con el mismo nivel de compromiso, sin un gramo de suficiencia porque ni un gramo le sobra. Por eso se puede decir sin rubor que el Madrid se apasionó contra el Racing, que no es la Juve, y si eso tiene valor es porque hablamos de un equipo frágil como un jarrón de la Dinastía Ming que necesita agarrarse a algo y ayer se agarró a la humildad.

Probablemente no hizo justicia el gol de Zidane. O quizá sí, porque si el partido fue digno de un empate (tal vez inclinado hacia el Racing), la prolongación fue propiedad del Madrid, el único equipo que tuvo fe y que no dio por bueno el resultado.

Desde el principio fue un partido especial. García Remón sustituyó a Beckham y Roberto Carlos por Javi García y Raúl Bravo. En el primero de los casos, el cambio fue satisfactorio, pues el chico se batió el cobre y se comportó con desparpajo. Aun reconociendo eso, parece excesivo cargar a Beckham el mochuelo del mal juego, y esa impresión dio su relevo. En el segundo caso, no está claro qué es más peligroso, si mantener a Roberto Carlos fuera de forma (física y espiritual) o reemplazarlo por Raúl Bravo en todo su esplendor. Si el centro del campo ganó en orden y quite, el lateral izquierdo incluyó los mismos chistes, pero con menos gracia.

El Racing, que hizo un gran partido (conste eso), disfrutó de un futbolista por encima de los demás, locales y visitantes: Benayoun. Ahora que el Madrid busca un manager general, debería preguntar quién descubrió a este chico cuando jugaba en el Maccabi Haifa, quién siguió a aquel equipo y quién lo fichó sin pagar un euro. Ese es el mérito de un ojeador y un director deportivo, descubrir lo que no resulta evidente.

Benayoun marcó el primer gol de cabeza, un tanto en el que participaron también Bravo, Samuel y Casillas: blando el primero, indeciso el segundo y precipitado el tercero. Pero no hizo sólo eso. Benayoun intervenía sistemáticamente en todas las jugadas de peligro del Racing, esbelto y rápido, elegante.

En el minuto 31 Javi García fue el autor del primer disparo del Madrid a la portería del Racing, un buen chut que rozó el palo. En ese instante comenzó la revolución del Madrid y casi acto seguido Owen empató de cabeza, al adelantarse y volar entre centrales que le sacaban varias cabezas y varios bíceps. Tiene algo especial ese muchacho. Y lo demostró muy poco después cuando en un contragolpe se frenó ante un defensa y le cambió luego el ritmo, una jugada que no acabó en gol de puro milagro (del portero) y que recordó a la aceleración de Ronaldo y al estilo de Butragueño, de hecho puso una mano talmente como lo hacía el Buitre, así como levantadita, como de pasemisí.

Vuelta a empezar.

Al poco tiempo de comenzar la segunda mitad, Benayoun se internó por la derecha y centró de primeras, sin controlar el balón porque ya lo tiene controlado. El centro asesino lo dejó pasar Morán y lo remató a placer Javi Guerrero, aprovechando que el rival estaba descentralizado, para que luego digan. Vuelta a empezar para el Madrid y vuelta, otra vez, a apasionarse.

Raúl, que no había hecho otra cosa que comportarse como un meritorio (mucho correr, poco pensar), fue el autor del tanto, que también sirvió para redimir a Samuel, pues suya fue la asistencia. Lo mejor del argentino hasta el momento son los segundos palos contrarios, ya es algo, sólo le queda dominar los palos propios, a los contrarios y los palos que reparte generosamente. Esa fiebre rendentora iría invadiendo a otros madridistas, por ejemplo a Figo, que salió del letargo y empezó a trabajarse la banda derecha y a dominarla por completo. Y también contagió a Zidane, aunque esto no lo sabríamos hasta casi el último segundo.

El encuentro era precioso, aunque dirán los teóricos de la cosa que sólo era emocionante porque no había orden ni concierto y porque al fútbol no se juega así, aunque resulte precioso que así sea. En ese intercambio de golpes las llegadas del Racing era más claras (siempre Benayoun) y Casillas tuvo que emplearse a fondo, especialmente en un trallazo de Nafti que le exigió un salto del ángel. Owen marcó después de ayudarse de la mano (le pillaron) y Guerrero lo intentó varias veces con más fuerza que colocación.

García Remón volvió a estar poco ilusionante con los cambios: primero dio entrada a Celades por Javi García, lo que era como llevarse a un niño a una despedida de soltero, pues el partido estaba verdaderamente caliente; y luego no sacó a Morientes hasta el 89', un poco más y no le da tiempo a dar la asistencia que valió la victoria.

Empatados a juego, ganó, justo al final, la actitud ganadora, también la suerte, o quizá sean parientes, no está claro, tal vez el primer reclamo de la fortuna sea la fe, porque admitámoslo, no tenemos esperanza alguna de que nos toque la lotería y si la compramos es por temor a que le toque al otro, al vecino, al compañero, al jefe, al amigo o al enemigo, al que compró delante de nosotros. Es así y por eso no toca. Si fuéramos entrenadores nos podrían decir que jugamos a la contra, a montarnos en la chepa del contrario, a secuestrar su buena suerte, en lugar de dejarnos la vida como si siempre estuviéramos en el tiempo del descuento, lo que estaría muy bien si nos resistiera el corazón y la cuenta bancaria.

El Madrid, que vestía ayer de azul piscina eléctrico (cobalto o acero lunar lo llamarían los fabricante de coches, tan poetas como los grandes chef), ganó más que tres puntos y los dos que le recortó al Barcelona. Ganó confianza y pruebas de lo que debería ser el equipo, de lo que sobra y falta.

Al Racing le queda la dignidad, y sé que no es demasiado y que no se come con eso, habrá muchos que reclamen mal fútbol, como si eso trajera también los buenos resultados, qué tontería, como si no creer en la suerte hiciera más fácil que nos tocara la lotería.

Zidane fue el salvador

Zidane logró su segundo gol en la Liga, sin duda el más importante. También marcó Raúl (3) y Owen, que ya suma seis goles, dos menos que los logrados por Ronaldo. El Madrid suma 24 a favor.