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Joaquín Sánchez, el hijo de Don Aurelio

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El Bar El Chino, en El Puerto de Santa María, muy cerquita de Romerijo, el templo del marisco, es en la vida de Joaquín Sánchez algo así como el vaporcito que conecta a Cádiz y El Puerto a través de la sal de la Bahía. Pero quien ha acariciado el alboroto de los doblones de Rafael de Paula en Jerez o en El Puerto, al eco sordo del compás de la bulería, quien vio al Mágico González tirar faltas en Carranza con los calcetines rotos, y quien vio templar en Villamarín el fútbol-bulería a Antonio Benítez, el comodín jerezano del Betis, sabe dónde nació el secreto del compás de Joaqu en las vueltas color púrpura del capote del Paula.

Secretos tan incompatibles con los cielos plomizos de Londres, Manchester, Turín y Milán como puedan serlo las sandías más colorás de Rota o los erizos frescos de La Viña. El difunto Beni de Cádiz, Benito Rodríguez Rey, compuso esta letra de bulería que parece hecha para Joaquín: "Eres fina de cintura como un junco marinero, pero tienes una hermosura y un embrujo traicionero". Toc-toc, toc-toc, toc-toc..., silencio, torea Er Paula. En Cádiz y en El Puerto no se dice langostinos, se dice langostinitos. No se pide salpicón, sino salpicona. Y, ¿qué piden en Stamford Bridge, Chelsea? Cerveza tibia, los muy hijos de la Gran Bretaña.

Rafael de Paula se retiró en triunfo en Jerez una tarde del año 2000 en la que no fue capaz de matar ni uno de sus dos toros. Pero cómo toreó ese gitano del barrio de Santiago de Jerez ante los suyos: si Pepe Bergamín lo ve, se levanta de la tumba. Y, ¿cómo puede comprender eso un inglés, o un ruso que anda por una provincia de Siberia, ese Abramovich?

Cuando El Beni fue a dar el pregón del Carnaval de Cádiz, en el Gran Teatro Falla, preguntó: "¿Por dar el Pregón se manga o se trinca?". Hay que aclarar que en Cádiz, mangar es pescar una cena o un viajito. Y trincar... pues trincar la pasta gansa. Le regalaron un abrigo para que no pasara frío y unos calzoncillos blancos a estrenar. Todo con mucho estilito y con mucho agrado. "No lo niego: yo prefiero escuchar a Camarón o ver los toros por la tele, antes que un partido de fútbol", admitió Joaquín, despertando la curiosidad de Manuel Ruiz de Lopera, emperador de la Bética y del barrio de El Fontanal.

Bajo esos códigos tan inaccesibles en Siberia y en Chelsea, y entre ecos de Camarón o de Angel de Amor, el último pelotazo de El Barrio, su cantaor más amigo, discurre la vida de Joaquín Sánchez. Su padre, Don Aurelio, cuenta un secreto en las tardes de dominó de El Chino: "Este niño tiene tanta fuerza, es tan rápido y no se lesiona nunca, porque la madre le estuvo dando la teta hasta que tuvo seis o siete años".

El Chino era el tío de Joaquín: el que más creyó en él. Cuando Joaquín mira al cielo, se acuerda de El Chino. Y algunos béticos buenos recuerdan a ese Beni, tan fino de cintura como un junco marinero...