El Athletic se une al derribo

Primera | Athletic 2 - Real Madrid 1

El Athletic se une al derribo

El Athletic se une al derribo

jesús aguilera y aitor martín

Gran partido de los leones. Dos asistencias de Del Horno. Raúl, que volvió a marcar, fue el mejor del Madrid. La crisis sigue viva

No venció el Athletic por pasión (que también), sino por buen fútbol. Más allá del derroche físico, de la presión y las patadas, hay otra forma de vencer al Madrid: con el balón en los pies. Esa es la novedad, el tuteo. Y luego el compadreo y, después, el ninguneo. En eso se ha quedado el equipo que asombró al mundo.

El gran pecado de Camacho ha sido marcharse (muy ofendido, eso sí) sin haber acometido una renovación de la plantilla que resultaba absolutamente necesaria y que era evidente para cualquiera desde que el Madrid se desmoronó en el último tercio de la pasada temporada. Y esa herencia envenenada (pecado de arrogancia), un equipo agotado, en pleno declive, es la que ha recibido García Remón. Bastante hace el nuevo entrenador probando variantes tácticas que pretenden reactivar el espíritu, encender la mecha, despertar las conciencias. Pero no es sencillo. O quizá ya no sea posible porque nadie cree en quien tiene a su lado y esa cadena de la desconfianza va de Florentino al utillero.

Raúl rindió a un nivel magnífico en el centro del campo porque en esa posición no depende de la precisión de un remate o de la inspiración puntual, y porque en contacto más continuo con el balón su presencia le otorga al equipo carácter, personalidad, ansia, virtudes todas ellas de las que adolece normalmente el Real Madrid. Pero es probable que Raúl también tuviera ese efecto revulsivo, por ejemplo, en cualquiera de los laterales porque, más allá del acierto, es un buen futbolista que siente pasión por el juego y lo transmite.

Sólo él y Casillas se salvaron del último naufragio. Del resto de futbolistas, algunos con honorables apellidos, se podría decir que los del Athletic parecían mejores. Y es muy probable que muchos lo sean.

Del Horno, por ejemplo, volvió a ser un lateral fantástico. En Bilbao aseguran que es engañoso juzgarle por sus enfrentamientos contra el Madrid, que en muchos otros partidos anda perdido, pero sus exhibiciones confirman la existencia de un gran jugador, tal vez irregular, no pondré en duda la versión local.

El primer gol del Athletic llegó de un buen pase suyo desde la izquierda, Figo dedicado a sus labores. El pase fue bueno, pero lo convirtió en letal Raúl Bravo con un error impropio de un defensa del Real Madrid: en lugar de despejar con la cabeza se encogió como un conejo. Urzaiz aprovechó el regalo, controló con la pierna derecha y fusiló a Casillas con la izquierda.

Esa, la de Raúl Bravo, era una de las novedades que había introducido García Remón, significativa por lo que tenía de castigo a las ligerezas de Roberto Carlos, pero que nada aportaba futbolísticamente porque nada aporta este jugador, si acaso rapidez en los cortes cuando juega de defensa central y los rivales son tímidos. Esa es la trampa a la que se enfrenta García Remón, nada hay detrás de las estrellas, nada para fomentar la competencia y no nos engañemos ensalzando a Celades por un buen partido contra Osasuna porque ayer volvió a desaparecer en plena tormenta.

El Madrid se quedó groggy después del gol y el Athletic demostró que tiene un equipo bonito, dinámico, con recursos, que mueve el balón con rapidez y con sentido, tan capaz de abrir las bandas y buscar el centro a Urzaiz como de intentar pases interiores que sorprendan a los centrales contrarios. Todos la saben tocar, no hay ni un tronco y la comentada debilidad defensiva del equipo resultó ayer inapreciable. Algunas de las rotaciones entre los jugadores de ataque Etxebe-Yeste-Ezquerro recuerdan a las del fútbol sala.

El primer disparo visitante llegó en el minuto 21 y fue un chut lejano de Ronaldo que pudo parar Aranzubía con la planta del pie. Apenas se vio a Beckham, pero una de las pocas veces que controló el balón (quizá la única) levantó la cabeza para lanzar un pase en largo y no se movió ni el viento. Ni Ronaldo ni Figo, sólo Raúl es capaz de intentar un desmarque, de amagarlo, de ofrecer una ayuda. A esa pasividad añadan que el Madrid es un equipo manco, sin profundidad por banda, una medianía de pasecitos en corto que siempre terminan en el enemigo.

Reacción insuficiente. Al filo del descanso, Ezquerro cabeceó a la red otro centro de Del Horno, sin oposición ninguno de los dos. Como sucedió en el gol anterior, Figo se desentendió de la jugada y Raúl Bravo fue burlado por el delantero, que saltó a por el balón, no al bulto.

En la reanudación, sin tiempo para santiguarse, llegó el gol de Raúl, un pase de tacón de Guti que el capitán controló hacia el interior y remató con la derecha, favorecido por esa deriva que tienen los disparos hechos con la pierna mala.

García Remón dio entrada a Morientes por Beckham y a Roberto Carlos por Bravo. Guti bajó al pivote y el Madrid mejoró, pero levemente, porque aunque dominó por momentos el juego (siempre Raúl), siguió sin acercarse a Aranzubía con un mínimo de peligro. Ni un córner a favor durante todo el partido, ni un disparo dentro del área.

El Athletic acusó el cansancio, pero no le perdió la cara al choque y jamás se encerrró. No es un equipo diseñado para eso. Está pensado para jugar. Y para ganar o morir de ese modo. Y esa apuesta por el espectáculo, aún con riesgos, es un mérito inmenso de su entrenador, Ernesto Valverde. Es pronto y los puntos son pocos, pero da la impresión de que el Athletic ha vuelto a conjuntar a dos generaciones ganadoras, los que vienen y los que están. Dirán los escépticos locales que fue porque estaba el Madrid delante. Pero se equivocan. Eso no era el Madrid.

El Madrid no tiró ni un córner

La inoperancia ofensiva del Real Madrid se hizo latente ayer con un dato tremendo: el conjunto blanco no sacó un solo córner en todo el encuentro.