Las predicciones apocalípticas que se cernían sobre el Atlético, al que auguraban apenas 90 minutos de vida en la Copa, no se han cumplido. Pero han estado cerca de hacerse realidad.

Está visto que este Atlético del angustiado Gregorio Manzano no puede tener un partido tranquilo. Da igual que el rival sea el Albacete, el Valencia o el Conquense. Todo son dudas, ansiedad y angustia en los rojiblancos.

La alarmante ausencia de ideas y la debilidad defensiva que acompañan al equipo en la Liga también están presentes en la Copa. Vicios y defectos que empiezan a ser una seña de identidad del Atlético, como sus rayas rojiblancas o el oso del escudo. Todo esto provoca que cuando el rival es el Deportivo o el Valencia el equipo termine goleado; si es el Conquense, de Segunda B, el triunfo es agónico.

Primer minuto, primer gol

Y eso que el Atlético se adelantó en el marcador cuando casi ni había salido del vestuario. Rodrigo, que aprovechó un error de la defensa local, marcó en el primer minuto y pareció que con ese gol iban a desaparecer muchos nervios. Ni así se tranquiliza este equipo. El Conquense se olvidó de que su rival era de Primera División y comenzó a tocar el balón y a jugar como si de un encuentro más se tratase.

Empataron los locales y los fantasmas rojiblancos aparecieron por La Fuensanta. Rodrigo, el más acertado del Atlético, no quería sufrir y volvió a marcar. Musampa logró poco después el 1-3 y todo parecía ya felicidad entre los rojiblancos.

Pero el destino de este club es sufrir y lo demostró en la segunda parte. Los hombres de Manzano, más serio y circunspecto que nunca, pasaron los segundos 45 minutos encerrados en su campo, a merced del Conquense, que acortó distancias y mereció mejor suerte en el resultado final.

El Atlético marcó tres goles en los tres únicos disparos que hizo a portería en todo el partido, un dato que no deberían pasar por alto los responsables del club. Si ante un Segunda B sólo son capaces de tirar en tres ocaiones, ya saben lo que les espera el resto de la temporada.

En las derrotas sufridas en la Liga, Gregorio Manzano se escudaba diciendo que habían creado ocasiones, pero que no habían tenido acierto para transformarlas en gol. Ante el Conquense no han tenido ni ocasiones.