El brasileño Amoroso dejó el fútbol italiano en el momento justo. Había sido máximo goleador en el Udinese, y en el Parma se olió el problema. Seguro que mientras humillaba al Milán recordó aquellas tardes en Italia abandonado en la delantera. En Dortmund se divierte, y lleva en la Bundesliga más goles que en sus dos últimas temporadas juntas en el Scudetto. La facilidad con la que el Borussia Dortmund despedazó anoche al Milán no habrá sorprendido a nadie.

El Dortmund es un excelente equipo. Sammer pone a todos, sin miedo al rival. Salen y se divierten. El Dortmund ha invertido mucho dinero, y sólo una mala tarde en Liverpool le dejó fuera de una Champions para la que hubiese peleado hasta el final. Ayer revitalizó la devaluada UEFA con un partidazo. Si no hubiese bajado el ritmo tras el cuarto gol tendríamos un marcador impensable.

A los equipos italianos les falta calidad en el centro del campo, y esa tendencia les hunde cada vez más. Ese discurso sólo cuela en Italia, donde todos tienen los mismos defectos. Seguro que el portugués Rui Costa está harto, como tantos y tantos otros futbolistas de verdad.