El reino de Raúl y Zizou

Primera | Real Madrid 3-Deportivo 1

El reino de Raúl y Zizou

El reino de Raúl y Zizou

Tumbaron al Depor con dos goles para enmarcar. El Madrid, líder y campeón de invierno. Irureta fue muy tímido

Tenemos un campeón de invierno bañado en purpurina. El Real Madrid derrocó al Deportivo por la vía del gran fútbol, tocando seguramente el techo del mejor juego exhibido esta temporada. En esta Liga el reinado es indiscutible de Raúl y Zidane y ayer lo dejaron escrito en el firmamento del Bernabéu por si hay quien aún desea discutirlo. La magia de estos dos jugadores no tiene antídoto ni siquiera en un conjunto armado, serio y jugón como es el coruñés. Los goles del 7 y del 5 pasarán a ocupar dos páginas en el libro de fantasías del balón, que todos los niños deberían leer en este día de Reyes. Los blancos acceden al liderato y habrá que ver quién se atreve a arrebatárselo si mantiene este volumen de producción.

La locura de fútbol del primer cuarto de hora resultó sabrosísima. Eran dos equipos entregados a corazón abierto, desplegando una batería de cualidades excepcionales. En diez minutos de partido el empacho para el espectador fue tan desbordante como tragarse un pavo de 10 kilos en Nochebuena. De este intercambio de golpes contra las cuerdas salieron tres goles, pero pudieron ser tres más. Era la justificación meridiana de que estábamos ante los dos mejores equipos de la actual Liga, peleando con botines de oro por salir campeón de invierno del Bernabéu.

En este arranque, hasta el balón se emborrachó de alegría dulcemente tocado por Zidane —descúbranse señores ante este mago del fútbol— y por Valerón, la versión española del francés un par de escalones más abajo. Y vibró también el balón sintiéndose volteado por la bravura de Raúl, impresionante en concentración, participación y chispa. Del 7 partió la primera genialidad de la noche, apropiadísima para un choque de esta envergadura. Casillas le sacó en largo, al estilo Buyo, el delantero ganó la pelea a Naybet y Donato, para burlarlos con pase alto a pies de Morientes, que el ariete convirtió en gol.

Penalti claro. El Deportivo solucionó el problema cincuenta segundos después con una arrancada de Víctor, enorme futbolista, poniendo en evidencia a Pavón en un cruce a los pies bastante descoordinado. Penalti claro y empate de Makaay. Corría el minuto ocho y la sucesión de acontecimientos invitaban a ni siquiera pestañear. El Madrid mantenía en jaque a la zaga metiendo a Raúl como un dragaminas por detrás de Sergio y Mauro, y a lo torero fino puso balones de gol a Figo, a Salgado o a quien quisiera asociarse a su talento.

Y en este auténtico pique de estrellas, apareció el rey mago francés justo al minuto siguiente. Con su majestuosa figura se plantó en el área y el balón en su diestra. Héctor entra a la finta de derechas engañado, rectifica y se desequilibra rendido al regate pisado en el mismo palmo de terreno, en un movimiento continuo de precisión para enganchar un zurdazo que dejó ciego a Molina. Pañolada en el Bernabéu. Era el esperado ‘momento Zidane’ de la consagración. No recuerdo dos fintas en el área tan secas, tan precisas y con ese desplante, desde los tiempos del mejor Butragueño.

Insistimos. No había llegado la manilla al minuto diez cuando el Bernabéu había dado ya tres vueltas de campana. Y la vorágine no acabó allí. A las defensas les temblaban las piernas arrolladas por las oleadas de juego. En el Madrid cojeaba la medular por un fatídico golpe doloroso que recibió Helguera y le sacó del partido casi toda una mitad. Por ahí entraron Valerón y Sergio cuanto pudieron, mientras Mauro guardó las espaldas. Quizás la apuesta tímida de Irureta prescindiendo de Djalminha y Tristán (más tarde los sacaría al ruedo) dejó a Makaay demasiado solo en su personal duelo al sol con Hierro y Pavón.

El Madrid apretó con más efectivos y la sensación visual fue de dominio de la situación. Pisó mucha área con un Roberto Carlos que martirizó a Víctor en las labores defensivas y siempre tuvo a Zidane y Raúl como reyes del partido. Figo se movió con menos pilas al principio, obstruido por el pegajoso marcaje de Romero, pero fue creciendo hasta culminar una gran segunda parte.

La primera parte valió por diez partidos. Seguro que Magic dudó si pasarse al fútbol y olvidarse de pisar pabellones de basket. El espectáculo resultó completo como lección teórica y práctica de fútbol moderno, ante un estadio entregado a la pasión e incertidumbre del resultado.

Gol anulado. La vuelta al césped se esperó con ojos bien abiertos. No era un partido para despistados. Y es que en diez minutos Molina le hizo un paradón impresionante a Morientes y Undiano Mallenco anuló correctamente un gol al ariete por fuera de juego previo de Helguera y Raúl, aunque el Bernabéu le dedicara una injusta pañolada.

Los lobos seguían sueltos por la hierba. Lobos vestidos de blanco y de azul, pues los mordiscos eran en las dos áreas. Pero sobre todos, Colmillo Blanco Raúl, el depredador de área: cae el balón del cielo, lo mata, tumba a Naybet, burla a Donato y lanza un derechazo letal a la red de Molina. Irureta debió maldecir la buena estrella de este muchacho que había arruinado su doble cambio realizado minutos antes, con Tristán y Djalminha en juego. Demasiado tarde para rectificar.

Con esta diferencia en el marcador, Del Bosque tendió a bajar la presión con Solari, Celades y Guti, mientras el Depor buscó y no encontró soluciones. El partido fue cayendo del lado madridista por una victoria a los puntos incuestionable.