El Atlético enterró un trauma

Una piña de hombres de azul se abraza mientras a su alrededor hombres de rojo se desploman desolados. El Atlético pasa, el Bayern se queda. El trauma de hace 42 años queda atrás. Para eso hizo falta otra extraordinaria ración de sacrificio y sufrimiento ante un estupendo Bayern que más no pudo hacer. Atacó permanentemente, con buen ritmo, sin prisa ni pausa, esa muralla que el Atlético le opuso de nuevo. Obtuvo dos goles y provocó unas cuantas grandes intervenciones de Oblak, entre ellas la parada de un penalti que hubiera sido el 2-0 en el 35’, una catástrofe para el Atlético si hubiera entrado.

No me gustó el Atlético en la primera mitad. El Bayern le metió en su área a base de juego e intensidad. Le ahogó la salida y le metió en imprecisiones. Simeone alivió la situación tras el descanso con la salida de Carrasco y el cambio a un 4-3-3. La receta funcionó. El balón dejó de ser tan del Bayern y pronto llegó el gol de Griezmann. El gol que el Atlético necesitaba. Para eso vino aquí, para marcar un gol. Y a ver quién es el guapo que se siente capaz de hacerme tres. De ahí en adelante, sufrió la presión creciente del Bayern, incapaz de rendirse, pero ya no volvió a ser más el grupo desmadejado de la primera mitad.

Incluso se permitió el lujo de fallar un penalti, provocado por Torres y fallado por él mismo en una imagen que resultó gemela, y hasta en la misma portería, del que falló Müller en la primera mitad. Ese gol hubiera ahorrado el sufrimiento, pero es que sin eso no sería el Atleti. El arreón final del Bayern se hizo interminable. Pero no hay descuento que cien años dure (aunque este llegó a seis minutos) y por fin llegó el pitido liberador. Adiós al viejo trauma y media final madrileña en el bote. Esta noche toca conseguir la otra media. Sin Benzema ni Casemiro, pero con Cristiano. Pero la mitad difícil de verdad era esta, y se logró.