Cristiano, Aduriz y la frontera de los 31

Cristiano Ronaldo cumplió los 31 años el viernes de la semana pasada. AS aprovechó la ocasión para estudiar qué hicieron sus otros grandes delanteros a partir de esa edad. Di Stéfano, un prodigio en todo, marcó a partir de esos años 197 goles y ganó todavía tres Copas de Europa y cinco ligas, entre otros trofeos. Y aún después de eso se fue al Espanyol dos años. Puskas, otro caso de longevidad, llegó al Madrid con esa edad, los 31, así que todo lo que hizo aquí (242 goles y una pila de títulos) lo hizo adentrándose ya en la treintena. Serían dos casos para mover al optimismo, pero se trataba de otra época.

Con jugadores más recientes no ha sido así. Pasada esa raya, a todos se les notó un declive. Lento en Hugo Sánchez y Amancio, más rápido en otros, pero bien visible en todos. Di Stéfano y Puskas jugaron en un tiempo en el que la condición física no era tan esencial y su superioridad técnica sobre la mayoría de los jugadores de la época les permitió semejante ejercicio de supervivencia. Cristiano es un grande, pero ha hecho mucho uso del físico en su juego. De ahí que los 31 años, junto a esa en él desconocida frecuencia de partidos sin gol, hayan hecho surgir algunos comentarios.

A su favor está el hecho de que se cuida extraordinariamente. Se ha gastado sobre el campo, sin dar ni pedir cuartel, pero se ha cuidado fuera. Y en este tiempo existe un referente extraordinario: Aduriz. Hasta los 31 años promediaba 0,29 goles por partido. A partir de los 31 su promedio es de 0,52 goles por partido, llegando a poner en un serio compromiso a Del Bosque. “No hay secretos en lo mío, disfruto entrenando”, le dijo con sencillez a Nika Cuenca. Cristiano aún disfruta entrenando, esa es una baza. La otra, que modifica su juego, ahorrándose algunos derroches que en el pasado prodigaba.