Messi tira ahora del carro en el Barça

Cuando Messi empezó a deslumbrar al mundo, lo hizo en el seno de un Barça pluscuamperfecto. El Barça de Guardiola y de Unicef, el de la presión arriba, Xavi al frente de la maniobra, Iniesta dando puntadas con hilo de oro, la pareja Puyol-Piqué de centrales, Busquets en el epicentro, Alves desatado, Víctor Valdés remediando de tarde en tarde lo irremediable... La recaraba. Era un equipo perfecto en el que entraba Cuenca y lucía, entraba Sergi Roberto y apuntaba cosas. Ahí jugaba Messi como los ángeles, estrella máxima de un equipo máximo. Pero en Argentina no hacía tanto. Eso daba qué pensar.

¿Cuánto ponía el Barça (entiéndase Guardiola, Xavi y demás) y cuánto ponía Messi en la excelencia de este, que rindió cuatro balones de oro consecutivos? Esa era una discusión que nacía en Madrid, siempre por la comparación con Cristiano. Este rara vez fue tan afortunado en el Madrid, que no alcanzaba un movimiento tan armónico y que vivía, en sus dos terceras partes, de las arrancadas de Cristiano. Su entorno lamentaba eso: Messi vivía en un mundo feliz, Cristiano era una especie de Robinson Crusoe, haciéndose muebles rústicos con su propia hacha y aprendiendo a domesticar cabras.

Ahora no hay tanto Barça, por eso este es buen momento para juzgar más certeramente a Messi. No es que sea un Barça despreciable, ahí están Neymar y Luis Suárez, compañeros soberbios de ataque, y lo que queda de lo que hubo. Pero ya no es ‘aquel’ Barça. Lo que ahora tiene alrededor es parecido a lo que pueda tener Cristiano en torno a sí: buenos jugadores que se agrupan tras él. Por eso pienso que este es mejor momento que ningún otro para establecer la comparación. Cristiano arrancó como una moto, ahora se resiente. Messi recobra sus mejores luces. Estoy muy atento a este duelo.