James Rodríguez y la escalera de color

La presentación de James Rodríguez reunió a 45.000 aficionados en el Bernabéu, de los que unos quince mil eran colombianos. El entusiasmo que el fichaje del jugador provoca en aquel país es algo que los periodistas de AS hemos podido comprobar por la cantidad de llamadas recibidas de radios de allá, para intervenir. Nada de extraño, pues, en que el embajador acudiera y leyera un comunicado del propio presidente del país. El fichaje de James Rodríguez por el Madrid es cuestión de Estado en Colombia, que celebra la confirmación de este joven como uno de los muy grandes jugadores del mundo a día de hoy.

Llevará el número diez, y de repente vemos que el Madrid completa una delantera titular numerada ‘en clásico’, una especie de escalera de color futbolística, difícil de reunir: Cristiano con el 7, Kroos con el 8, Benzema con el 9, James con el 10 y Bale con el 11. Desde que hay números fijos para toda la temporada se puede encontrar cualquiera en cualquier puesto, pero algún respeto queda al viejo fútbol cuando después de tanta vuelta y revuelta aún se percibe una visible inclinación por los once primeros números. Como si los demás siguieran pareciendo, los lleve quien los lleve, números de suplente.

En el caso de esta delantera, los que más pegan con su número son, justo, los dos nuevos. Kroos es un ocho de toda la vida, interior que va y viene, constante y chutador. James es el diez, número que se solía reservar al jugador de mayor clase. El diez es el más delantero de los centrocampistas y el más centrocampista de los delanteros. Pero además tiene que ser, por definición, el de más clase. Respecto a los que estaban, Benzema no es exactamente un nueve, aunque puede colar como tal, y los extremos juegan a banda cambiada. Pero queda una preciosidad: 7, 8, 9, 10 y 11. Y el 10 es James Rodríguez.