En Twitter prima más el ‘palo express’ que el valor de las palabras

En Twitter prima más el ‘palo express’ que el valor de las palabras

Un experimento. El miércoles, Terra.es publicó que el árbitro Cünet Çakir “es seguidor de CR y el Madrid”. El portal jugaba en el titular con el doble sentido de la palabra seguidor (aficionado o follower). En el texto, especificaban que se referían a lo segundo e ilustraban la noticia con un pantallazo de su TL en el que se veía que seguía también a un Messi falso (pero con casi un millón y medio de followers). Si se entraba en su cuenta, se observaba que también seguía a la cuenta del Barça. Como experimento, retuiteé la noticia. A ver qué pasaba.

La reacción. La cornada tuvo dos trayectorias. Los culés optaron por retuitear o escandalizarse. Los del Madrid, por entrar a la discusión (unos con más gracia que otros). Ni unos ni otros repararon en la noticia completa.

Los que leen. Únicamente tres personas (dos de ellas periodistas, gracias a dios) se dieron cuenta de que el titular jugaba con el sentido de la palabra y que Çakir seguía también a Messi (o eso se cree él). Cuando desvelé el equívoco, uno de los que se indignó por la noticia me reconoció, muy correctamente, que le habían podido las ganas de darme “un palito express”.

El juego del valor. Las Redes Sociales son una carrera contrarreloj. Hay que tuitear rápido. A los 10 minutos, un comentario es viejo y eso hace perder valor a las palabras. Son las normas no escritas del juego. Y en el deporte, especialmente. Quizás como contrapunto a esta voracidad podría residir la supervivencia de los diarios como espacios de reflexión. O así debería ser.

Palabras exprimidas. En otro sentido, las instituciones a fuerza de tomar conceptos como lema, los exprimen y los vacían de contenido. La Garra de España, el Señorío del Madrid y Els Valors del Barça me perecen ejemplos más que evidentes de palabras exprimidas. Como decía Rocío Jurado: “Se nos rompió el amor de tanto usarlo”.

Palabras marxistas. No hablo de Karl, me refiero a Groucho. Un buen ejemplo es que el vicepresidente del Barça, Jordi Cardoner, tratara de justificar lo injustificable (el pacto secreto con Boixos Nois) diciendo: “No escondimos información, sólo no la explicamos”. Y no era un tuiter. Era una entrevista.

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