El icono del deporte chino ahora mismo no es otro que Yao Ming, la torre de 226 centímetros que domina las zonas de la NBA. Su historia sirve también para ilustrar cómo el estado interviene en China sobre la vida de los deportistas que apuntan a futuras estrellas.
El gigante de los Houston Rockets es un producto extremo del sistema deportivo que se extendió por la República Popular con la aquiescencia de Mao Tse-tung. En el libro 'Operación Yao Ming', el periodista estadounidense Brook Larmer ha buceado en la infancia del deportista más popular de China, que prácticamente fue diseñado genéticamente. Dos generaciones de ancestros del jugador fueron escogidas por las autoridades debido a su altura superior a la media. "Esperábamos la llegada de Yao Ming desde hace tres generaciones", cuenta Wang Chong-guang, un ex entrenador del padre del pívot en los setenta y del propio jugador All Star en los noventa.
Da Fang, la madre que ahora mide 1.88 m, dirigía su camino hacia la danza, pero las autoridades de Shanghai convencieron a sus padres cuando tenía 15 años para no desperdiciar su por entonces 1.80 de altura. Debía dedicarse al baloncesto y por eso ingresó en la escuela número 651 de la calle Nanjing. Por allí también pasó el padre de Yao, Yao Zhiyuan, un pívot de 2.08 que llegó a ser capitán del equipo nacional. En la escuela casi ni se relacionaron, pero estaban condenados a entenderse.
Bendición del Partido
A los 28 años, Da Fang tuvo que dejar el baloncesto por una lesión. Las deportistas de élite, según el libro de Larmer, tenían prohibido casarse hasta que no se retiraban y debían abortar si se quedaban embarazadas. Llegó la hora de buscarle marido y quién mejor que Yao Zhiyuan. Liu Shiyu, uno de los dirigentes deportivos de Shanghai, habló con los dos por separado y les convenció de que estaban hechos el uno para el otro, con la aprobación del Partido, claro. De su unión, en el Hospital nº6, nació un niño de 5 kg y 53 cm: Yao Ming.
