"Antes de jugar al fútbol trabajé duro en la hormigonera"

Entrevista Albertini

"Antes de jugar al fútbol trabajé duro en la hormigonera"

"Antes de jugar al fútbol trabajé duro en la hormigonera"

carlos martínez

Cristina Tárrega, periodista y esposa del jugador del Rayo Mami Quevedo, inicia en AS una serie de entrevistas con los personajes más significativos de la Liga. En ellas buscará el perfil más humano y desconocido del protagonista, con su peculiar estilo directo y descarado. Hoy, Demetrio Albertini, figura que fuera del Milán y fichaje estrella de un Atlético que se presenta ante su afición.

Dicen que Milán lo es todo, pero también que de Madrid al cielo. Y yo me pregunto, ¿qué hace un chico como tú en una ciudad como ésta?

—Me encanta esta ciudad, es totalmente distinta a Milán. Evidentemente, vine por mi trabajo y ya tengo piso aquí. Una de las ventajas es que tengo que recorrer menos kilómetros para llegar a los entrenamientos.

Sí, porque, normalmente, los futbolistas escogen las afueras de las ciudades para vivir, pero tú has preferido el centro...

—A mí me gusta mucho más la ciudad, el bullicio. Soy una persona muy normal.

¿Es el Atlético quien te busca a ti o al revés?

—Mi sueño era seguir toda la vida en Milán. Tenía posibilidades de jugar en otros equipos italianos, pero yo tenía claro que mi destino era Milán o Madrid. Sin embargo, llegó un momento en que tuve que salir, porque había alguien que no quería que yo continuara allí y decidí venir a España.

¿Y te sentiste herido?

-Sí, evidentemente. Decidí salir. Además, Futre me había hablado mucho de este equipo. José Mari también me aconsejó, me habló mucho de Madrid, de cómo es la vida aquí.

Sí, de cómo te diviertes en España...

—Sí. (Risas)

¿Y dónde prefieres jugar, en la Liga española o en la italiana?

—Es una elección muy difícil. En Italia es todo más complicado por la enorme presión que tienes siempre.

José Mari me cuenta que allí la afición presionaba mucho, que se le pedía demasiado.

—Sí, te exigen que estés por encima de tus posibilidades, nunca están satisfechos. Como aficionado, me gusta más ver un partido de la Liga española y como jugador, es difícil elegir. En Milán había que ganarlo todo.

Albertini nace un 23 de Agosto de 1971. ¿Leo?

—Si soy sincero, no tengo ni idea. Estoy justo en el medio.

Lo digo por la tenacidad de los Leo. El centrocampista debe ser tenaz. En Italia te llamaban 'jefe'. ¿Eres un poco jefe en el campo?

—Sí, claro. Cuando estoy jugando me transformo por completo. Fuera del campo, soy una persona apacible, mucho más tranquilo.

Hablemos de tu vida, ¿Cómo eras de pequeño?

—Muy tímido, pero sólo cuando era un niño.

¿Y cuándo dejas de serlo?

—Cuando empiezo a trabajar con el primer equipo del Milán noto que cambio un poco. Con 17 años. Estudiaba y después compatibilicé las dos cosas, pero me costaba mucho. Estudiaba por las noches.

¿Listo o inteligente?

—(Risas) Las dos cosas. Y, además, soy organizado.

¿Cómo era la relación que tenías con tu familia?

—Muy buena. Éramos una familia humilde. Mi padre era albañil y yo tenía que ayudarle, sobre todo los fines de semana. Trabajaba duro entre el cemento y la hormigonera.

Así que incluso tuviste que poner ladrillos. Para eso hay que estar fuerte. ¿Cómo eres, fuerte o fibroso?

—Soy fuerte y, aunque esté delgado, me gusta mucho comer. Y también el vino.

Creo que eres un excelente catador de vinos.

—Sí, pero sólo del bueno

¿Vega Sicilia?

—Claro, es uno de los mejores.

¿Moscato o Lambrusco?

—Ninguno de los dos.

¿Y españoles?

—García Calvo y Aguilera me han regalado algunos para que los pruebe. La verdad es que me gustaría probarlo todo.

¿Todo? Pero, ¿gastronómica o personalmente?

—Gastronómicamente. En mi vida personal, depende.

¿Cuándo deja Albertini de ser un niño para convertirse en un hombre?

—Es difícil decir un momento. Empecé muy joven como futbolista. Eso hace que todo te pase muy rápido en la vida. Eres muy joven y tienes mucha responsabilidad.

¿Son compatibles amor y fútbol?

—¡Claro! A mí, estar enamorado me da mucha energía. Además, soy un hombre muy familiar.

¿Y cómo le planteas a tu familia que os tenéis que marchar de la ciudad?

—Mi hijo es muy pequeño y aún no se da cuenta. A mi mujer le gusta mucho Madrid y no tuvo ningún problema. Son cosas normales en la vida de los futbolistas.

De no haber sido futbolista, ¿qué profesión hubieras elegido?

—Seguramente sería arquitecto. No pude estudiar la carrera porque el fútbol me absorbió.

¿Y te arrepientes de no haber llegado a la Universidad?

—No, porque me considero muy afortunado por ser futbolista.

¿Universidad es sinónimo de cultura?

—Creo que fuera de ella puedes aprender muchas cosas. Me gusta mucho leer. Me encanta por ejemplo Paulo Coelho. Me gustó mucho El Alquimista...

¿Ya conoces el mejor restaurante italiano de Madrid?

—No, porque tengo claro que el mejor restaurante es mi casa.

¿Y a cuánto está el cubierto?

—¡No!, es gratis. Puedo invitarte cuando tú quieras.

¿Y quién cocina?

—Normalmente mi mujer, aunque yo a veces también. He notado dos cosas muy distintas en España: el café y la pasta. El café italiano es mejor. Y la pasta es muy distinta.

¿Serías capaz de pedir que te trajeran la comida desde Italia?

—¡Sí! Además lo hago desde Internet habitualmente.

¿Cuál es el peor momento que recuerdas?

—Quizá cuando me lesioné el colateral interno. Sí, porque estaba al cien por cien.

Los futbolistas os hundís con las lesiones.

—Es que es muy duro. A nadie le gusta lesionarse, está claro. Cuesta mucho ver cómo vas evolucionando. Tras una lesión larga, pierdes muchas condiciones físicas y luego cuesta mucho coger de nuevo el ritmo.

La vida de un futbolista es más fácil, ¿no crees?

—Sí. Somos unos privilegiados. Es normal que la gente te mire por la calle y esas cosas. Pero yo intento atender a todo el mundo, firmar todos los autógrafos que puedo...

(Enciendo un cigarro) ¿Te molesta que fume?

—No.

¿Tú fumas un cigarro de vez en cuando?

—No, nunca, no me gusta el tabaco.

¿Y bebes sólo vino?

—No, de todo. De vez en cuando tomo un cubalibre de ron.

Imagina que tienes una varita mágica y puedes eliminar un problema del mundo. ¿Cuál quitarías?

—El hambre. Mi hermano es sacerdote y yo intento colaborar con él. Le he ayudado con los niños de Israel, o cuando se produjo el terremoto en Italia. Además, me gusta visitar a los niños más necesitados siempre que puedo.

¿Tienes miedo a la vejez?

—No. Además, me siento muy joven. Yo vivo mucho el presente y no me preocupo del futuro. Como estoy haciendo lo que más me gusta en el mundo, soy muy feliz.

¿Eres un enamorado de la ‘Play Station’ o adicto a ella?

—Enamorado. Me encanta. En Italia incluso organizaba campeonatos. Pero desde que he llegado a España prefiero ver la televisión para aprender bien el castellano.

¿Y qué es lo que más te gusta de la televisión española?

—Los telediarios, aunque a veces hay demasiada violencia. Bueno, y en verano, ha sido imposible no enterarme de todo lo que rodea a Jesulín. Hablan todo el día de él.

¿Y te gusta que en España se hable tanto de la vida privada de la gente famosa?

—No, porque a mí no me gusta hablar de mi intimidad. José Mari me advirtió de que aquí es todo complicado.

¿En qué malgastas el dinero?

—En ropa, me encanta. Y en comer.

Pero estás muy delgado, ¿controlas tu peso?

—En vacaciones no, pero cuando estoy trabajando procuro llevar una dieta regular.

¿Cuántas horas duermes?

—Pocas, unas seis o siete.

¿Y siesta?

—Desde que he llegado a España sí. Duermo una o dos horas.

Es difícil preguntarte por tu mejor momento entre tanta Liga, Copa, Copa de Europa...

-Hay muchos, pero quizá el 94, cuando ganamos la Liga y la Copa de Europa.

Todos tenemos un garbanzo negro, ¿el tuyo fue jugar en Segunda?

—No, el Padova me dio cosas muy buenas. Era el primer año en el que tenía mucha responsabilidad. Antes, sólo era un joven del Milán.

¿Tienes la sensación de que empiezas de nuevo?

—No, es una experiencia nueva.

¿A quién quieres ganar?

—Por supuesto, al Real Madrid. Pero lo importante no es ganar un partido concreto, sino la suma final. Prefiero perder ante el Madrid si ganamos los demás.

¿Cuál es la palabra más fea que dices en el campo?

—¿En español o en italiano? No, siempre se te escapa alguna palabra, pero no tiene importancia.

¿Y provocas a tus rivales?

—No, eso nunca lo haría.

Te haré unas preguntas cortas para que me respondas con sinceridad. ¿Un vicio?

—El vino tinto.

¿Una sensación...?

—Felicidad.

¿Un aroma?

—Las lilas.

¿El caballero las prefiere guapas y tontas, feas y listas...?

—Tengo una mujer muy guapa y muy inteligente.

¿Un lugar para despertarte?

—El mar.

¿Católico?

—Mucho

¿Crees que hay vida después de la muerte?

—Sí.

¿Y en la reencarnación?

—No.

¿Cuál es el último disco que has comprado en España?

—El de Álex Ubago.

¿Y qué otra música te gusta?

—Latina y de discoteca.

¿Has salido ya a las discotecas en Madrid?

—No, aquí se sale muy tarde. Los italianos no estamos acostumbrados a eso. Necesitaría que las discotecas se animaran un poco antes. Os acostáis demasiado tarde.

¿Qué le quieres pedir al Milán en un futuro?

—Nada.

¿Después de haberlo dejado todo allí no pides nada?

—No. (Con cara de pocos amigos)

¿Qué opinas de la prensa deportiva española?

—Acabo de llegar, soy novato. Apenas conozco a los periodistas.

¿Rezas por las noches?

—Sí.

¿Todas?

—No, Cristina, y no te preocupes que mi hermano es sacerdote y lo sabe.