Durante los 26 primeros años de su vida, cuando se llamaba Michel Dumaresq, llevaba el pelo más corto y su voz era mucho más ronca, aunque por dentro se sentía como una mujer. Hace seis años este canadiense decidió dar un giro de 180 grados a su vida y, tras someterse a una delicadísima operación de cambio de sexo en la que se le extirparon los testículos y el pene y se le hizo una vaginoplastia, pasó a llamarse Michelle. Después de durísimos postoperatorios y de numerosos tratamientos hormonales a base de estrógenos, Michelle recuperó su vida y su afición por el ciclismo ya con nombre y cuerpo de mujer.

Ahora Michelle (32 años), cuyas buenas actuaciones en el último año le han llevado a ser incluida en el equipo femenino que representará a Canadá del 24 de agosto al 1 de septiembre en el Campeonato del Mundo de mountain bike, se enfrenta a un nuevo problema. Sus compañeras han asegurado que protestarán ante la Unión Ciclista Internacional (UCI) para que no compita con las mujeres e instan a la UCI a que cree una categoría especial para transexuales.

"La transformación no puede haber sido completa si nació con otro sexo", dijo Cassandra Boon, campeona canadiense. Fisiológicamente, la testosterona producida por los varones en la pubertad incide en el desarrollo de una fuerza muscular que la hace superior a la de la mujer. Aunque, tras la operación, el transexual deja de producir testosterona, sus músculos retienen las ventajas que su cuerpo le dotó cuando era del género masculino.