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Morata evitó el moratón

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El 9 de España. Sin debates, el fútbol no movería todo lo que mueve. Desde hace tiempo, la afición duda si el delantero centro puro de España debe ser Diego Costa (que acabó sus primeros 10 partidos con La Roja con un solo gol, a Luxemburgo para más señas), o Iago Aspas (el genio gallego se matriculó en Wembley) o los que creen, entre los que me incluyo, que el ariete ideal debe ser Morata. Un delantero moderno, capaz de vencerse a las bandas y de crear espacios aliándose con el mediapunta de turno. Pero lo importante es que lleva el gol en la sangre. Ante Colombia, un golazo de cabeza del canterano madridista le evitó un dolor de muelas mayor a Lopetegui. Perder hubiese sido peligroso en víspera de la salida mundialista a Macedonia. El empatito nos alivia la jaqueca. Mejor así.

No hay amistosos. Hace unos años, el historiador (y amigo) Bernardo Salazar me explicó que el concepto de ‘partido amistoso’, cuando hablamos de selecciones, es erróneo. Siempre que juegan dos equipos nacionales debe ser considerado como un encuentro oficial. Otra cuestión es que no tenga incidencia alguna a nivel competitivo, pero cuando defiendes la camiseta y el escudo de tu país existen pocas cosas más importantes en tu desempeño como futbolista. Así lo entendió Colombia, especialmente, aunque la mayoría de los jugadores de la España de Lopetegui se unieron al amago de refriega. Hubo fútbol duro, de pierna fuerte, con los jugadores llegando al límite en los balones divididos. Tensión e intención. Aquí nadie dejaba prisioneros. Cuadrado y Jordi Alba casi acaban pegándose (al centrocampista de la Juve le va la marcha, el sábado ya le expulsaron en Cardiff tras su bronquilla con Ramos), Armero y Koke también las tuvieron tiesas, y Davinson Sánchez le sacudió una patada a Aspas que al menos era cartulina naranja. Hasta vimos a Silva hacer alguna segada a los colombianos, de esas que en la Premier son tan rutinarias como el Telediario de las tres. Saltaron chispas. En el fondo, eso jerarquizó bastante el duelo. No hay nada peor que un partido amistoso... que realmente parezca amistoso.

Reina & De Gea. El portero toledano es el indiscutible dueño de la portería de España, pero una gastroenteritis le dejó en el hotel de Murcia. Reina, veterano con galones y más viajado que el baúl de la Piquer, quizás no tuvo su noche. Pero en ese 1-1 ingenuo creo que casi tuvo más culpa Azpilicueta por no cerrar la pelota con fiereza. Ante un rival que muerde, concesiones cero. Eso pasa en un día de fiesta mayor y todavía nos estaríamos rasgando las vestiduras. En Skopje este mismo domingo, sin ir más lejos.

Nueva Condomina. Un diez a la afición de Murcia. Llenaron un estadio que es de Primera, aunque ahora su equipo lucha por tener hueco en la Liga 123. Apoyaron a España con entusiasmo, aunque de nuevo surgieron los silbidos ligados a la figura de Piqué. No me gusta que se silbe a los nuestros, pero esto es algo que por desgracia ya forma parte del paisaje de La Roja.

El Tigre. Falcao tiene oficialmente 31 años, aunque algunos dicen que tiene varios más. Pero los goleadores natos, como los viejos rockeros, nunca mueren. Su cabezazo en el 1-2 le colocó por encima de James, más fuegos artificiales que otra cosa. Pero deleitaron a la nutrida afición colombiana. Por un momento parecía Bogotá. Afición grande, país grande, equipo grande...