La falta de pegada lastra al Zaragoza
El equipo de Láinez fue superior al Valladolid y dispuso de hasta media docena de claras oportunidades para llevarse el partido.
El camino del Real Zaragoza hacia la salvación va a ser largo y tortuoso. El equipo de César Láinez ofreció una notabilísima primera parte y dispuso de al menos media docena de claras ocasiones a lo largo del partido, pero echó muchísimo en falta a Ángel, su goleador y futbolista más determinante, y como casi siempre, se quedó sin gasolina en la última media hora. El empate no le hace justicia, pero el fútbol no entiende de méritos sino de acierto, de goles. Y sin Ángel todo es mucho más difícil.
Con los triunfos del Rayo, el Almería y el Córdoba, el Zaragoza se queda otra jornada a tres puntos del descenso, mientras el Valladolid, que mejoró tras el descanso, se sitúa a cinco del playoff, un tren que todavía espera coger. El empate de anoche le da para seguir en la pelea por la promoción, a la espera de una reacción mayor en las últimas diez jornadas, algo que ha venido pregonando Paco Herrera.
El Zaragoza, con un gran fútbol de combinación, se cargó de méritos durante la primera mitad, pero sólo pudo igualar, y al filo del descanso, el gol de Juan Villar. Un gol que hace un par de semanas hubiera resultado definitivo para su suerte, pero al que esta vez supo dar respuesta por medio de Lanzarote, que acumulaba nada menos que seis meses sin ver puerta.
El Zaragoza, decíamos, fue muy superior en la primera mitad. Y dispuso de infinidad de oportunidades. Pombo, protagonista principal de la noche, Dongou, Lanzarote y Marcelo Silva, en una sucesión de clarísimas ocasiones en una franja apenas de diez minutos, no dieron respiro a Becerra, pero el portero del Valladolid fue un felino bajo los palos y sacó alguna mano inverosímil.
El Valladolid llegó bastante menos, pero su eficacia fue altísima. Pasada la media hora, Juan Villar aprovechó un rechace de Ratón, a disparo de Mata, y dejó en silencio a La Romareda.
Pero el Zaragoza no se descompuso con el 0-1 y en el minuto 42 obtuvo recompensa a su insistencia. Zapater envió en largo para Manu Lanzarote, Rafa dejó pasar el balón, el argentino Balbi se comió el bote y el extremo elevó con su zurda de seda sobre la salida de Becerra.
El equipo aragonés volvió del vestuario dispuesto a darle la vuelta cuanto antes al marcador y abrió aún más sus líneas frente a un Valladolid metido en su campo y encomendado a otra contra certera. Cani relevó a Lanzarote en la última media hora para darle más luz a un Zaragoza ya con síntomas de cansancio y Paco Herrera, siempre un gran táctico, hizo tres movimientos para acorazar más a su equipo en busca del empate. Y en gran media neutralizó la iniciativa local.
Sin Ángel y con Dongou muy disperso, Láinez se jugó la baza de Edu García en la punta del ataque y el Zaragoza recuperó por momentos un juego más vertical e incisivo, pero, como en la primera parte, le faltó pegada. Cabrera, en el quizá único fallo de Becerra, Javi Ros y, sobre todo, Edu rozaron el 2-1, pero el marcador ya no se movió.
El Valladolid no ganó esta vez en La Romareda, lo que es casi un acontecimiento tras sus seis triunfos seguidos, y el Zaragoza ha mejorado de verdad con Láinez en el banquillo, pero quedan todavía once puntos para saldar la permanencia. Y nadie va a regalar nada.
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