Así jugó Messi: aceleró 20’ y jugó 70’ con el freno de mano

Lo primero que hizo Messi ante Chile fue sacarse una espinita muy de dentro. Nueve meses después de fallar el primer penalti de la tanda de la final de la Copa América Centenario en New Jersey, volvió a medirse cara a cara con Bravo. Otra vez, su ex compañero en el Barça hizo su clásico ritual, venciéndose hacia uno de los lados de la portería para generar confusión en el ídolo de Rosario. Esta vez a Messi no le temblaron las piernas y ejecutó con seguridad y limpieza. El 1-0, en el fondo, estaba premiando su convincente puesta en escena en el partido.

Situado a la derecha (teóricamente) en el 4-2-3-1 del Patón Bauza, Messi salió eléctrico. En un cuarto de hora forzó una amarilla de Aranguiz después de robar un balón. Y después de otra recuperación, dio un maravilloso pase a Di María que el jugador del PSG quiso completar con una vaselina que le adivinó el actual portero del City con una parada de cierto mérito. Justo después del 1-0 hizo otra jugada que levantó al Monumental, entusiasmado con los arreones de la estrella del Barça. Cerró su participación en la primera parte provocando otra falta que tiró con veneno. Otamendi falló un gol cantado.

Tiene difícil Messi jugar en Argentina. Con Mascherano y Biglia en el centro y con delanteros más definidores que creadores, de fútbol más directo, su juego suele ser un ejercicio de supervivencia. Como en el partido ante Colombia, él hizo lo suyo: hacer la ventaja en el marcador y dedicarse a ver el partido desde una distancia prudencial. Messi, que en defensa sí se tiró a la derecha para sombrear la zona y en ataque jugó donde quiso, trabajó, provocó faltas y en la segunda parte se acercó al gol en una acción en la que acompañó una carrera de Marco Rojo pero su remate se fue arriba. Es difícil creer que Messi pueda alcanzar su sueño de ser campeón del mundo con esta Argentina. Él ya hace bastante manteniéndola en carrera por llegar a Rusia.