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PREMIOS AS DEL DEPORTE | LUIS SUÁREZ

“Di Stéfano, Charlton, Kopa..., era duro ser Balón de Oro”

La Gala de AS cumple una década y en esta efeméride especial habrá un protagonista que también lo es: Luis Suárez, el único futbolista nacido en España con un Balón de Oro. Fue en 1960. Mañana recogerá el Premio AS Trayectoria. Hoy recuerda con AS sus inicios...

Actualizado a
Luis Suárez posa con su Balón de Oro en AS.
JESUS AGUILERADIARIO AS

¿Cómo era el barrio de A Coruña en el que creció?

¡Monte Alto se llamaba! Había, a pocos metros de donde yo nací, una fábrica de armas. Era un barrio obrero, no había quien tuviera una bicicleta o un balón.

¿Y cómo jugaban?

Hombre, yo nací en el 35, así que era un sitio tranquilo, no había coches, podías jugar en medio de la calle.

¿Y tenían pelota?

No, no… Hacíamos pelotas de trapo, la madre de alguno. Pedazos de tejidos viejos y tal…

¿En qué trabajaban sus padres?

Teníamos una carnicería. Para comer, había, pero no para ganar dinero. Me acuerdo yo de mi madre con la libreta, haciendo cuentas, porque los pagadores siempre llevaban una semana de retraso. La gente pagaba, era humilde pero pagadora, pero a veces tardaban. Era la posguerra.

¿Dónde empezó a jugar más en serio?

Nos íbamos con los curas, a la iglesia de Santo Tomás, porque había pelota, ajedrez, ping-pong, damas… Allí nos refugiábamos. Y hacían un campeonato en la zona y jugábamos con aquel equipo, el Perseverancia de Santo Tomás.

Un nombre muy de seminario…

(Risas) Se lo pusieron los jefes de aquello…

¿Llegó muy joven al Depor?

A los 13 o así. Entonces vino a entrenar al Depor un técnico argentino, Alejandro Scopelli, y tuvo la idea de hacer una especie de escuela… Hizo un llamamiento a través de La Voz de Galicia a todos los niños de una cierta edad. Nos presentamos muchísimos y fuimos haciendo una selección de dos equipos. A veintitantos nos cogieron.

¿Sí?

Y tuvieron la idea de hacernos jugar antes de que empezaran los partidos del Deportivo. Como nota curiosa, allí en el grupo estaba Adolfo Suárez, el que luego fue presidente del Gobierno.

¿Y era bueno?

Le daba bien, sí que le daba… Pero duró poco porque sus padres se trasladaron a Madrid. A aquello le llamaban la Escuela de Scopelli.

¿Y de ahí entró en el Depor?

Tuve que esperar hasta cumplir la edad de juveniles.

¿Con quién coincidió en aquel Depor?

Pues con Arsenio Iglesias y Pahiño, por ejemplo.

¿Qué tipo de delantero era Pahiño?

Hombre, Pahiño era todavía mayor que Arsenio. Yo tendría 16 o 17 años y me tenía mucha simpatía y me trataba bien. Era un delantero de área tremendo. Pero yo de chavalín ya le vi jugar con el Madrid en A Coruña. Imagínese, ya estaba con la gente a los que poco tiempo antes iba a pedirles autógrafos, que era lo que se hacía porque no había tele.

¿Quién le llevó al Barcelona?

Pues había un fabricante de tejidos que era directivo del Barcelona, había hecho la mili en A Coruña y solía venir mucho por negocios. Al resto de España iban empleados suyos. E iba mucho a un restaurante del centro, Fornos, y la gente de allí empezó a decirle: “Oye, por aquí hay un chavalito...”. Y fue él quien avisó en Barcelona.

El destino…

Y dio la coincidencia de que mi primer partido oficial con el Depor lo jugué en Les Corts contra el Barça. Nos metieron cuatro, pero yo hice alguna cosita… Y me siguieron más seriamente.

¿Y el Madrid no quiso ficharle?

A mí me llegó que Ipiña, que era su secretario técnico, fue a A Coruña a verme un partido y ese día jugué muy mal. Me tocó un pesado que tenía el Valladolid, que se llamaba Ortega, que marcaba muy bien, y no me dejó tocar el balón.

Déjeme ser malo. ¿Le hubiera gustado jugar en el Madrid?

¡Oye! Con aquella edad hubiera ido donde me hubieran llamado, Madrid, Barcelona… Para ir al Barça en realidad yo entré en el fichaje de Dagoberto Moll, que aún vive y que está en A Coruña, y que era un interior derecho uruguayo que jugaba fantástico. Al que ficharon fue a él y dijeron: que venga el chaval también.

¿Qué se encontró al llegar a Barcelona?

Estaba Kubala, César, Ramallets, Biosca, Segarra… Como me pasaba con Pahiño, hacía pocos meses les había estado pidiendo autógrafos a todo trapo en A Coruña.

Imagino que ellos tampoco pensaron en ese momento que usted iba a ser el único Balón de Oro nacido en España…

(Risas). Entonces no, claro. Yo al principio jugaba poco, sólo la Copa. Me costó, porque no había ni sustituciones ni nada, y era joven…

¿Cuál fue el punto de inflexión?

Cuando vino Helenio Herrera. Él me lanzó y me dio confianza. Fue clave. Yo tenía 21 años y me cogió y me habló: “Voy a confiar en ti así que prepárate y patatín y patatán…”. Y yo respondí a esa confianza, naturalmente…

¿Cambió él su manera de jugar?

No, yo era interior izquierdo, pero siempre jugué con el número 10, que era el organizador. Fue ya Pelé el primer 10 que jugó al lado del delantero centro.

¿Y si se tuviera que comparar usted a algún jugador reciente?

Pues le diría este chico, Pirlo, que además, junto con Mazzola, lo llevé yo al Inter. Ese tenía mucho de mí… Luego podría ser Iniesta, pero juega más adelantado… ¡Mire, yo podía ser en aquella época una mezcla de Xavi y de Iniesta!

¿De quién aprendió ese pase largo en el que la levantaba para pegarle a bote pronto?

De nadie, son cosas que van saliendo y que te gustan y las haces. Yo tenía muy buen desplazamiento de balón. Lo levantaba un poquito y le pegaba con el empeine, y lo mandaba a mucha distancia, sí.

¿Cómo era su relación con Kubala?

Eso fue la gente... Siempre me ayudó, yo aprendí mucha técnica de él. El caso es que antes de llegar Herrera, había tenido una lesión muy grave de rodilla. Le rompieron todo. Y se recuperó bien porque era muy fuerte…

¿Y usted lo aprovechó?

Kubala empezaba a tener una edad, y Herrera empezó a no ponerle en algunos partidos. Pero sobre todo fuera de casa. Y yo estaba tirando fuerte para arriba. En Barcelona, claro, era todo el mundo pro Kubala. Y mire que yo ni siquiera jugaba donde él, pero la gente la tomó conmigo…

¿Qué le decían?

Yo estaba desplazando al ídolo, y me silbaban continuamente. Pero él y yo nunca tuvimos ningún problema.

¿Y usted cómo encajó la situación?

Pues intenté jugar cada vez mejor. Pero no eran ocho o doce, eran miles de personas las que silbaban, ¿eh? Te equivocabas en algo y ni le cuento. Fue la gente la que creó el problema.

¿Y usted?

Fenomenal. Es más, cuando él fue seleccionador yo estaba en el Sampdoria y me llamó. Y me quiso hacer jugar un último partido con la selección con 37 años. Una especie de homenaje. “Te mereces jugar un partido antes de retirarte”, me dijo.

Estuvo usted nominado ocho veces seguidas al Balón de Oro, de 1958 a 1965. ¿Con quién rivalizaba?

Hombre, con Alfredo, Puskas, Charlton, Kopa, Uwe Seeler… En aquella época era muy duro, había muchos jugadores por toda Europa. Y encima la organización intentaba evitar darlo dos años seguidos al mismo jugador. Pero Di Stéfano estaba tan fuerte que tuvieron que darle un segundo premio a él.

¿Cómo se llevaba con La Saeta?

Bien, bien… Tenía una gran relación cuando nos encontrábamos por ahí o en la Selección. Le tuve un gran respeto. Siempre he dicho que es el mejor jugador que he visto y con el que he jugado.

¿Cómo era jugar con él?

Hacía de todo, de todo. Si usted quiere elegir diez cualidades en un jugador, a lo mejor él no tenía un diez en ninguna, pero era un nueve en todas. Era completísimo. Igual Pancho Puskas le pegaba al balón de fábula y tenía una calidad tremenda y era mejor en algunos aspectos, pero en otros no. Alfredo hacía todo casi perfecto.

¿Y Kubala?

Él trajo bastantes cosas al fútbol español. Las faltas por encima de la barrera, creo, los penaltis con parada, la protección del balón, el jugar mucho con el interior y el exterior… Eso aquí no se veía antes de él. Pero la lesión también le cortó mucho la carrera. Y estuvo malo también un tiempo del pulmón.

¿Cómo se enteró usted de que ganaba el Balón de Oro?

Pues vino a un entrenamiento el corresponsal de L’Equipe en Barcelona, que era Mercé Varela, y me dijo que tenía muchas opciones. Y al mes volvió y me dijo que lo había ganado. Y vino el director del periódico y me lo entregó antes de jugar un partido. Se lo di al masajista, jugué el partido, cogí el balón, me lo llevé para casa y ahí se acabaron todas las fiestas.

Cortito y al pie…

Yo siempre digo de broma que me podían haber invitado al menos a cenar.

¿No le dieron dinero?

No, no… Pero hombre, ya entonces era un premio importante. He ganado más en notoriedad con la historia de ser el único nacido en España en ganarlo.

¿Cómo explica eso?

El año que ganamos el Mundial, en 2010, cuando quedaron para el final Messi, Iniesta y Xavi, tenía que haberlo ganado uno de los dos.

A usted también le falta uno…

El de 1964. Ahí me quedé un poco sorprendido. Ya estaba en el Inter y había ganado el campeonato italiano, la Copa de Europa, la Intercontinental ante Independiente a ida y vuelta, y encima gané la Eurocopa. ¡Todos los títulos que se podían ganar! Y ese año se lo dieron a Denis Law.

¿Y qué hizo en el 60 para ganarlo?

Pues sólo conquisté la Liga y la Copa con el Barça. Pero le diré que jugamos la Copa de Europa hasta semifinales, que nos eliminó el Madrid. Hicimos partidos muy buenos en Inglaterra, Alemania, Francia... Y yo jugué muy bien, metiendo goles, en sitios importantes, y eso fue lo que me dio muchos votos, porque votaban los corresponsales.

¿Quién le empezó a llamar el ‘Arquitecto’?

Pues fue Alfredo, que decía: “Este parece un arquitecto por cómo organiza el juego”.

¿Cómo terminó en el Inter?

Fue Herrera quien me llevó sabiendo lo que había con el público, Kubala y conmigo. El Barça necesitaba dinero porque estaba pagando el nuevo estadio, y fue un traspaso récord en aquella época: 25 millones de pesetas y un amistoso.

¿Hizo el equipo en torno a usted? ¿No apostaba él por el Catenaccio?

No, no… En España no hizo ese tipo de juego. Con el Barça un año metimos más de 100 goles en 30 partidos. Luego nosotros en Italia lo que teníamos era un juego de contraataque estupendo, con gente muy rápida como Jair, Peiró o Mazzola, y yo y Corso para lanzarles. Ganamos dos Copa de Europa y dos Intercontinentales seguidas, y también la Liga esos años, y el tercero perdimos la final de la Copa de Europa ante el Celtic de Glasgow en Lisboa, que Jair y yo estábamos lesionados. Y cuatro días más tarde perdimos también la Liga. Y de ser un tercer año triunfal… pasó a esfumarse la magia.

¿Cómo fue ganarle la Copa de Europa al Madrid en 1964?

Ese día Mazzola jugó muy bien, metió un par de goles. El Madrid empezaba a envejecer un poco. Pudo ser el último partido con el Madrid de La Saeta. Para mí era una rivalidad tremenda después de tantos años en el Barça. Y salió bien y fue un espaldarazo.

¿Tiene alguna anécdota de aquella final?

Una célebre. Nosotros teníamos a un chico de 32 años que marcaba muy bien, se llamaba Tagnin. Y Herrera le dijo: “Tú coge a Alfredo y no hagas otra cosa aunque no toques el balón. Dale y dale…”. Y tenía a Alfredo negro. Y una vez que pasa a mi lado me dice: “¿De dónde habéis sacado este tío que si me voy al váter se viene conmigo?”. Y la gracia estuvo en que, más adelante, se fue Alfredo para su banquillo a hablar no sé qué y Tagnin se fue detrás de él, y el juego estaba ya por el otro lado (risas).

¿Qué supone para usted recibir el Premio Leyenda de AS?

Es un gran honor porque es un premio importante. Es a toda una carrera. Me hace mucha ilusión. Algo habremos hecho en la vida… Pero últimamente me están dando alguno que otro y me da por pensar que la gente me empieza a ver mayor y quieren aprovechar antes de que me vaya (risas). Es una alegría que te reconozcan que has hecho algo en el fútbol.