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366 HISTORIAS DEL FÚTBOL MUNDIAL | 20 DE NOVIEMBRE

¡Pelé ha marcado mil goles! (1969)

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¡Pelé ha marcado mil goles! (1969)

La foto del día, la imagen en todos los telediarios de esa jornada, es un gol. Como nunca antes había pasado en la historia. Era el gol número mil de Pelé, marcado la víspera en el partido ante el Vasco da Gama en un abarrotado Maracaná. Pelé regresaba de una gira por el norte de Brasil, con el gol número 999 marcado en João Pessoa, una pequeña localidad del estado de Paraiba, ante un equipo local llamado Botafogo. Un partido fácil, que iba dos a cero a favor del Santos cuando se pitó un penalti, también favorable al equipo de Pelé. Normalmente el encargado de lanzarlos era Carlos Alberto, pero la multitud estalló: «¡Pelé, Pelé…!». Lo tiró Pelé y… gol 999, para entusiasmo de la hinchada de Paraiba, que esperaba ver el número mil. Pero entonces sobrevino un incidente, probablemente preparado: Jair Estevão, el meta del Santos, se lesionó y hubo de ser retirado entre aparatosos espasmos de dolor. Pelé era el primer portero reserva del Santos en aquellos tiempos, en los que aún no había cambios. Pasó a la portería y se esfumó el número mil. Aún hubo un partido en la gira, contra Bahía, en Salvador. Ambiente de fiesta y carnaval, por la expectativa de ver el prodigio. Pelé tiró un balón al palo, en otra ocasión batió al meta pero un defensa local sacó el balón de la raya, entre abucheos de su propia hinchada, que quería guardar en su retina el prodigio del gol número mil de Pelé.

El 19 de abril, día festivo en Brasil, Día Nacional de la Bandera, Maracaná estaba abarrotado para el partido contra el Vasco da Gama. Banda de música, suelta de globos… Todo preparado menos los jugadores del Vasco, que se conjuraron para que no fuera ese día. Le tocaban la cabeza y le hacían burlas a Pelé: «Hoy no, Crioulo». En un momento dado le llegó un centro perfecto para cabecear, pero se le adelantó un defensa del Vasco que lo percutió a sus propias mallas. Prefería el autogol al gol número mil de Pelé. Pero el árbitro salió en su auxilio y se sacó un penalti de la manga. El portero era Andrada, argentino. Él y Pelé frente a frente. Pelé había aprendido de Didí una técnica para lanzar los penaltis: la paradinha. Consistía en frenar un instante antes de golpear, para ver a qué lado se echaba el portero, y tirar al otro lado. Didí solo lo hacía en los entrenamientos, porque rozaba la ilegalidad, pero Pelé lo puso en práctica en los partidos. Lo hizo una vez más, pero Andrada resistió; Pelé entonces tiró hacia su derecha, la izquierda del portero, muy ajustado al palo. Andrada se estiró tan largo como era, pero no llegó, y se levantó dando saltos de rabia, mientras Pelé se metía en la portería, cogía el balón del rincón y lo besaba. Inmediatamente el campo se llenó de reporteros. Pelé dedicó el gol a los niños de Brasil, olvidando (luego lo lamentaría) que aquel día era el cumpleaños de su madre. El partido se interrumpió durante veinte minutos, mientras daba la vuelta en andas. El Santos ganaría el partido por 2-1. Aquel fue el encuentro número 912 de Pelé. La imagen, está dicho más arriba, inundó el mundo al día siguiente. Sin embargo, según un recuento posterior, Pelé habría marcado su gol número mil una semana y tres partidos antes, concretamente en Santa Cruz de Recife, el 12 de noviembre, en partido que los suyos ganaron por 4-0. Pelé hizo dos goles ese día, y el segundo de ellos habría sido el número mil de su carrera. Pero ¿quién puede convencer ahora de eso a los millones y millones de terrícolas que vimos aquella imagen?