Aritz Aduriz triunfa por su genética y gran cuidado
La fórmula cerca de los 36 años es ilusión, descanso y nutrición. Acaba de convertirse en el goleador más veterano de La Roja.
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La trayectoria de Aritz Aduriz está dejando ojiplático al fútbol. Especialistas y aficionados se preguntan cómo es posible que un delantero centro, a tres meses de cumplir los 36 años, pueda mejorar semana a semana con tamaña exigencia. El donostiarra está batiendo todos los récords de longevidad. Lo hizo al ser el máximo goleador de la pasada Europa League el año pasado, desbancando a Alan Shearer, entonces en el Newcastle. Ahora le ha tocado con la Selección, al anotar su gol a Macedonia con 35 años y 275 días.
Existe un ramillete de razones para explicar el fenómeno Aduriz. La espiritual tiene que ver con la ilusión que mantiene por entrenarse a diario en Lezama y ayudar al club que le fichó del mejor juvenil de la historia del Antiguoko, en el que jugaba con los hermanos Alonso e Iraola. Tras debutar con Heynckes, le obligaron a irse del Athletic dos veces. La primera, descartado por su actual entrenador, Valverde, con el que forma ahora una pareja enamorada. La segunda, malvendido y sin cobrarlo todo al Mallorca. García Macua era el presidente y Caparrós el entrenador. Pensaron que con Fernando Llorente bastaba. Curiosamente, el riojano da tumbos en el Swansea con cuatro años menos y recibe críticas despiadadas. Quizás Aduriz tiene la mente más fresca al haber explotado más tarde.
La explicación física tiene que ver con su genética, ausencia de lesiones importantes y gran cuidado diario, con una alimentación estricta y un descanso a rajatabla. Ha solucionado los problemas de ansiedad y sobreexcitación que tenía en el campo, que le llevaban a acumular tarjetas de dos colores y fallos en la suerte maestra, la definición. Si en algo se notan los años que tiene, es en la madurez al moverse en el área y elegir bien los esfuerzos.
Sus poderosas piernas le vienen de serie. Tiene dos muelles en el salto. Sus padres, montañeros empedernidos y campeones de esquí de fondo, fabricaron un hijo superdotado para el deporte. Aritz le pegaba a todo: monte, esquí (fue subcampeón de España infantil), pelota vasca, surf, snowboard y ya, más mayor, al golf. Está como loco con la irrupción de Jon Rahm, a quien regaló su camiseta en la última visita del niño prodigio de los palos a San Mamés.
Acaba contrato. Valverde tiene la lógica tentación de dosificarle de vez en cuando, pero Aduriz entiende que le va peor parar. No es un tema de egoísmo, de jugarlo todo por encima de unos compañeros a los que brindó sus cinco goles al Genk. Teme perder el ritmo.
Peña: una diana de récord
Di Stéfano, gol con solera
El Athletic le ha dicho que quiere estampar ya su contrato de renovación para la próxima temporada. Estamos hablando de un futbolista que volvió a casa con 31 años y ha marcado 108 goles en su tercera etapa como león. Una bestia
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