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366 HISTORIAS DEL FÚTBOL MUNDIAL | 20 DE OCTUBRE

El gol que produjo 340 muertos (1982)

Actualizado a
Flores para conmemorar la tragedia del estadio del Spartak de Moscú.

Años más tarde, Serguéi Shvetsov diría que nunca debería haber marcado ese gol. Se trataba del partido de ida de dieciseisavos de la Copa de la UEFA contra el Haarlem holandés. El Ludniki Stadium tenía una buena entrada, como correspondía a la importancia del partido. En aquellos tiempos, como en estos, el sueño del que jugaba en casa era ganar por dos a cero, para afrontar con garantías el partido de vuelta. El Spartak ganaba por uno a cero y el partido llegaba a su fin. Algunos espectadores empezaron a salir del campo, con una sensación intermedia: un 1-0 no está mal, pero… En eso marcó Shvetsov, en el último instante, el gol que suponía el 2-0, y los que estaban saliendo escucharon el estruendo tan identificable del gol propio. Shvetsov había marcado tan sobre la hora que no hubo lugar ni a sacar de centro. El árbitro pitó el final, y los que se habían quedado tomaron, eufóricos, el camino de la salida; y chocaron con los que, aún en los pasillos o en la puerta, regresaban presurosos para ver qué había pasado, para confirmar que ese sonido era un gol propio, el deseado dos a cero.

El choque entre las dos fuerzas opuestas resultó brutal. El choque, no, los choques, porque la circunstancia se repitió en varias galerías y escaleras del estadio. Los que venían detrás empujaban a una masa detenida que se empotraba contra otra masa también detenida, también empujada por detrás a su vez. Cuando todo se fue disolviendo, fue el momento de las asistencias sanitarias, que no eran ejemplares en la URSS de entonces. La evacuación fue lenta, los hospitales no estaban preparados y empezaron a colmarse. Las autoridades reaccionaron tarde y, cuando lo hicieron, trataron de minimizar el asunto. Se procuró que la noticia no trascendiera fuera de la URSS, y para consumo interior se fijó arbitrariamente la cifra de víctimas en 62, y se estableció un cierre del campo «por luto» para los dos siguientes partidos.

Tienen que pasar años y llegar la glasnost de Gorbachov para que se abran los archivos y se conozcan los números reales: 340 muertos. Ese fue el coste final del gol de Shvetsov. La revelación del número viene animada, además de por la glasnost, por la tragedia de Hillsborough ya reseñeda, que permitió a los rusos no sentirse tan avergonzados por haber sufrido tantas víctimas en una catástrofe, ya que años más tarde una cosa así de terrible podía ocurrir en Inglaterra. Fue con ocasión de la revelación del dato cuando los periodistas buscaron a Shvetsov y él hizo aquellas declaraciones, manifestando que mejor no hubiera marcado aquel gol. En los días de los hechos, la información en la prensa había sido mínima o inexistente.

El gol al menos valió para algo: el Spartak perdió el partido de vuelta por 3-1, de modo que el dos a cero le sirvió para pasar la eliminatoria. Su adversario en octavos de final fue el Valencia, que le eliminó para, a su vez, caer en cuartos ante el Anderlecht. Era el Anderlecht en el que lucía un brillante media punta de Coria del Río, hijo de emigrantes, llamado Juan Lozano.