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366 HISTORIAS DEL FÚTBOL MUNDIAL | 17 DE SEPTIEMBRE

Bernabéu se adelanta en el fichaje de Molowny (1946)

Aquel día estaba de viaje Bernabéu, de Valencia a Barcelona, en tren. En Reus había parada de cierta duración y se bajó para estirar las piernas y tomar algo...

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Bernabéu se adelanta en el fichaje de Molowny (1946)

Espanyol vs Real Madrid en directo

Aquel día estaba de viaje Bernabéu, de Valencia a Barcelona, en tren. En Reus había parada de cierta duración y se bajó para estirar las piernas y tomar algo. Aprovechó para comprar La Vanguardia y allí leyó que el Barça iba a enviar al secretario del club, Ricardo Cabot, a Las Palmas, para fichar a Luis Molowny. La información precisaba que Cabot haría el viaje en barco. Molowny era un jugador del que se empezaba a hablar y mucho en la Península. No jugaba en la liga, porque los equipos canarios jugaban entre sí. No había la facilidad ni la frecuencia de vuelos a la Península que hay ahora. De hecho, ni siquiera existía la que hoy es la Unión Deportiva Las Palmas, que fue la fusión posterior de cinco equipos grancanarios, entre ellos el Marino, en el que jugaba Luis Molowny. Pero los futbolistas canarios tenían gran predicamento por su juego especialmente técnico. Muchos habían triunfado en la Península, particularmente en el Atlético, y algunos frecuentaron la selección.

Bernabéu se avivó: localizó un teléfono y llamó a Jacinto Quincoces, ex jugador del club y entonces secretario técnico: «Ve al banco, coge cien mil pesetas en billetes y luego coge el primer avión que salga para Las Palmas. Cuando llegues allí, ficha a Molowny. Pero lleva el dinero y lo enseñas nada más llegar». Quincoces lo hizo, llegó a Las Palmas mientras Cabot estaba en la mitad de su travesía de tres días, con escala en Málaga y en Cádiz, y presenció un encuentro en el que Molowny jugó horrorosamente mal. Luego contaría que se había enterado de que había un emisario del Real Madrid para ficharle y que se puso nerviosísimo. A Quincoces le pareció que jugó horrible, pero una orden de Bernabéu era una orden de Bernabéu y con eso no se gastaban bromas. Así que llegó pronto a un acuerdo con la directiva del Marino: 250 000 pesetas, de las que 175 000 serían para el jugador. Y allí mismo entregó Quincoces 100 000 pesetas al contado. Molowny se quedó encantado, porque pasaba de las 300 pesetas mensuales a 3000 en el Madrid.

Además, Quincoces mantuvo el fichaje pese a que Molowny le advirtió que tenía aún que completar el servicio militar. Cuando Cabot llegó a Las Palmas, Molowny ya era jugador del Madrid. Y resultó un hombre crucial en la vida del club. Como jugador fue uno de los favoritos de la afición, al estilo que lo sería Butragueño más tarde. Tenía un exquisito regate corto y un sentido muy inteligente del juego, aunque no era muy trabajador, y lucía más en casa que fuera. Pero la afición madridista le adoró y se indignaba cada vez que en la selección era pospuesto por los vascos Panizo o Igoa. Por aquellos años constituyó, junto a Celia Gámez y Antonio Bienvenida, el trío de personajes favoritos de la capital. Jugó en el Madrid diez años largos, un total de 208 partidos y 104 goles. Al terminar en el Madrid, donde coincidió en sus dos últimas temporadas con Di Stéfano, regresó para retirarse en la ya constituida Unión Deportiva Las Palmas. Luego fue el hombre fuerte del gabinete técnico del Madrid durante muchos años, donde su sabia discreción fue escuela, entre otros, de Del Bosque. Se especializó en estar en la retaguardia y sustituir provisionalmente al entrenador de turno en las grandes crisis, y su intervención siempre resultó mano de santo, aportando paz y serenidad y, en la mayor parte de las ocasiones, también algún título con el que cerrar bien la temporada.