Sergio Rico sostiene al Sevilla ante un Villarreal gafado
El equipo de Escribá mereció la victoria, pero el portero, el larguero y otra lesión (Pato) le condenaron ante un rival sin pegada y descolocado con tanto cambio de sistema. <ul> <li> <a href="http://futbol.as.com/futbol/2017/05/19/primera/1495192738_940037.html" title="Sevilla vs Osasuna en directo y vivo online: Liga Santander">Sevilla vs Osasuna </a> </li> </ul>

Como buen final de agosto, Villarreal y Sevilla protagonizaron durante demasiados minutos un atasco en toda regla. Mucha presión y demasiados centrocampistas, pero pocas ocurrencias y nulo gol. El equipo de Escribá mereció ganar, pero no encontró esa victoria sanadora porque tiene en cuarentena a su delantera (esta vez cayó Pato) y debido a que la suerte le ha dado definitivamente la espalda. El conjunto de Sampaoli no marcó porque ni siquiera lo intentó. No tiró a puerta. Mira demasiado hacia los lados y casi nunca en profundidad. Sergio Rico le sostuvo con cuatro paradas imponentes. Justo la semana en la que Lopetegui le ha bajado de la Selección y en la que Monchi le ha fichado a Sirigu para hacerle temblar o mejorar. Quién sabe. Su partido fue memorable.
Sin Pato, Escribá tuvo que recurrir obligado a Santos Borré, cuya única misión era pedir perdón tras su noche monegasca. El atlético estuvo cerca de congraciarse con El Madrigal. En el 42’ marcó a bocajarro tras un córner, pero Del Cerro Grande señaló con acierto su fuera de juego. Después, en el 66’, sacó un disparo con el exterior que encontró una manopla salvadora. El Villarreal pudo castigar a su rival antes, por pasividad y fallos no forzados en medio campo, con un misil de Trigueros al larguero. El Submarino recuperó su presión alta y eso le dio alas, mientras el Sevilla, con un defensa de tres (a veces) o de cuatro (cuando más feas se pusieron las cosas), sólo vivía de la clase de Vitolo y de las carreras al espacio de Vietto. El equipo de Sampaoli apuesta por el toque pero no prioriza el desborde. Abusa de mediapuntas y no explota los extremos. Y no es lo peor: más de un jugador se mueve sin saber el destino, enloquecido en un baile de sistemas.
El empate, pese a esta imagen esperanzadora, deja a Escribá con tantos deberes como tienen sus médicos. Sigue sin ganar al Sevilla en la élite tras ocho enfrentamientos. El parón llega como agua bendita. El Sevilla, por su parte, continúa firme e invicto aunque arroja algunas dudas. Ni hace un fútbol maravilloso, por mucho que el debut fuera una fiesta, ni ha sabido mantener las virtudes que le asemejaron a una roca: no inquieta a balón parado y concede demasiado. Asenjo, inédito, y Rico, estresado, dan fe.