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ARGENTINA 0 (2) - CHILE O (4)

La generación frustrada

Argentina, favorita antes de cada gran competición, no consigue ganar los torneos y el tiempo y las energías de su gran camada se agotan.

Actualizado a
JSX56. East Rutherford (United States), 27/06/2016.- Argentina midfielder Lionel Messi reacts after missing his penalty shot during the COPA America Centenario USA 2016 Cup final soccer match between Argentina and Chile at the MetLife Stadium in East Rutherford, New Jersey, USA, 26 June 2016. (Estados Unidos) EFE/EPA/JASON SZENES
JASON SZENESEFE

Hace algunos años, entre los mundiales de Sudáfrica y Brasil, la selección argentina contaba con un plantel prácticamente inmejorable. Salvo algún puesto de la defensa y quizás la portería, el resto del equipo era un lujo total, con un banquillo envidiable y rendimientos de sus individualidades en los clubes muy por encima del promedio. Sin embargo, esta generación se ha empotrado una y otra vez con el muro de las finales, la pared de los grandes momentos, el pánico escénico de las citas importantes.

Y el tiempo y la paciencia empiezan a agotarse. Entre Sudáfrica y Brasil, Argentina contaba con Messi, Agüero, Tévez, Di María, Higuaín y Lavezzi, todos en gran momento y en la edad perfecta para liderar una selección. Detrás, tenía a Mascherano, Zabaleta, un Romero que se crece con la camiseta albiceleste y tantos más. Después reforzaron Banega y Otamendi, dos consagrados en Europa. Puro lujo. Pura clase. Puro talento. Pero de resultados, poco.

Tampoco se trata de ser mezquinos: llegar a tres finales consecutivas no es fácil e implica un mérito muy grande. Lo han conseguido ellos, esta generación de oro. Pero no logran dar el paso definitivo, el que mete a un equipo en la historia grande del fútbol. Messi acaba de cumplir 29: en teoría tendrían que quedarle cuatro o cinco años al máximo nivel. Higuaín, Agüero y Di María tienen 28. Todos deberían mantener su gran nivel en sus clubes por lo menos para el mundial que viene, pero la frustración de las derrotas empieza a empujarlos hacia el olvido en el plano internacional.

Mascherano es uno de los que abandonarían la selección.
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Mascherano es uno de los que abandonarían la selección. Gustavo OrtizDIARIO AS

La afición y prensa argentinas también tienen relevancia en todo lo que está pasando. Las críticas a sus propios jugadores son feroces, empezando por Messi, uno de los mejores futbolistas de la historia, el máximo anotador de la selección, y cuyo error ha sido ser zurdo y llevar la diez. Sólo por eso se le comparó hasta el hastío con Maradona, que se dice pronto. Y el hastío llegó: Leo ha renunciado a la selección, lo cual quiere decir, de alguna manera, que ha renunciado a su país, a esos largos viajes desde la nación que sí lo acogió cuando en Argentina lo miraban de lado: ha renunciado a la enfermiza presión a la que lo somete su patria.

Y por más que hay tiempo para reivindicarse en Rusia, esta generación ha sucumbido ya al fracaso. Queda tiempo, pero quizás no quedan fuerzas. Quedan años, pero las energías para sobrevivir a la presión de un país empiezan a escasear. Podrá volver Lionel y con él el Kun y todos los demás, pero la derrota ha calado ya demasiado profundamente. Quizás sea el turno de los Dybala, los Correa, los Lamela, los Pastore: la nueva generación que tendrá que pelear con el voraz fantasma de la frustración

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