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366 HISTORIAS DEL FÚTBOL MUNDIAL | 26 DE JUNIO

Gil presenta a Futre en la Sala Jácara (1987)

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Gil presenta a Futre en la Sala Jácara (1987)

Aquel año había elecciones a la presidencia del Atlético, vacante desde el fallecimiento de Vicente Calderón. Su vicepresidente, Javier Castedo, ocupó transitoriamente el cargo hasta esos comicios, a los que se presentarían Salvador Santos Campano (muchos años vicepresidente), Agustín Cotorruelo (de rancia raigambre atlética) y Enrique Sánchez de León (ex ministro) junto a un singular personaje, Jesús Gil y Gil, que ya había estado en la directiva. Gil, personaje extravagante y excesivo en todo (inventó la palabra «ostentóreo», que le cuadraba perfectamente a él), había estado en la cárcel por el derrumbe de un edificio construido por él, inaugurado temerariamente y cuya caída el mismo día de su inauguración costó la vida a docenas de personas en una cena de empresa. No partía como favorito.

Pero la noche anterior a las elecciones dio un golpe genial: frente a la constante rumorología de jugadores y entrenadores de unos y otros candidatos, convocó a la afición a la Sala Jácara, una discoteca madrileña de la calle Príncipe de Vergara, en la que compareció con Paulo Futre, estrella del Oporto portugués, que acababa de ganar la Copa de Europa. El mejor jugador del momento, posiblemente. Gil lo había fichado y lo presentó en firme, ante unos seguidores entusiasmados, muy pocas horas antes de las elecciones, que ganó con 5219 votos frente a 3466 de Sánchez de León, 1885 de Cotorruelo y 907 de Santos Campano. Gil viajó ya elegido, aunque aún no investido, a la final de Copa, en Zaragoza, que el Atlético jugó ese año con la Real Sociedad, aclamado por todos los seguidores. El Alético perdió, mal arbitraje mediante, en los penaltis.

Gil tuvo un mandato polémico. A los pocos días echó a Luis de entrenador (luego echaría a muchísimos más) y contrató a Menotti, junto a otros fichajes prometedores: López Ufarte, Eusebio, Goikoetxea, Julio Salinas… Pero también le despidió antes del fin de temporada. Consumió entrenadores a una velocidad de vértigo, ganó dos copas, inundó los medios de declaraciones, maniobró para hacerse con el club cuando llegó la transformación en sociedades anónimas sin poner realmente el dinero, dio lugar a una vertiginosa sucesión de fichajes, acusó a Ramón Mendoza de robarle jamones, creó un partido político (el GIL) con el que se hizo alcalde de Marbella, ganó un histórico doblete, pegó en la puerta de la liga al gerente del Compostela, pretendió que el GIL dominase varias ciudades del sur de España más Ceuta y Melilla, sufrió una intervención judicial y un increíble descenso a Segunda División después de sesenta temporadas ininterrumpidas en Primera, recuperó la categoría tras dos años, cedió el poder a su hijo Miguel Ángel y falleció no mucho después, a los setenta y un años, tras dieciséis años controlando al Atlético de Madrid, que no ha vuelto a ser el mismo desde aquella lejana tarde-noche en la que el audaz Jesús Gil se presentó con Futre en una sala de fiestas para ganar las elecciones.