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AS COLOR: Nº 29

El Virus FIFA, un problema tan viejo como el fútbol

En 1971, Madrid, Barça y Valencia ya se quejaban de él al seleccionador Kubala. Tras la ley Bosman de 1996, el virus se convirtió en una pandemia.

Actualizado a
Cristiano Ronaldo con Portugal durante la Eurocopa 2016.
MIGUEL A.LOPESEFE

Ya en 1971, año en el que arrancó con fuerza el AS Color, se hablaba del Virus FIFA, un mal antiguo en el fútbol. Aunque, por supuesto, no se le conocía con aquel nombre. ‘Los Internacionales no responden’ era el enunciado de una pequeña pieza de la sección llamada ‘Los Cotilleos’, escrita semanalmente por Nivardo Pina. Entonces, el Virus FIFA era sólo un rumor. Ahora es un mal endémico para los grandes equipos.

“Los técnicos españoles, especialmente aquellos que figuran en primerísimo plano en la aportación de jugadores a las listas de internacionales, comienzan a exteriorizar —aunque por el momento sea por lo ‘bajinis’— sus protestas por sus continuas concentraciones y entrenamientos nacionales, y por sus consecuencias, ya a la vista de todos”, rezaba el despiece de esa sección de ‘Los Cotilleos’, de diciembre de 1971. “Porque lo cierto es que el jugador llamado por Kubala (entonces seleccionador nacional), a su regreso al club respectivo, aunque sólo sea por dos días de ausencia, nota la pérdida de ritmo a que está acostumbrado y en el partido siguiente acusa el cambio y, sobre todo, no se muestra físicamente como en anteriores encuentros. El Madrid y el Valencia lo vienen advirtiendo últimamente. ¿Lo ha tenido o lo tiene en cuenta el actual técnico nacional? Este cotilleo está siendo estudiado por nuestra Federación”, concluía el despiece de aquel AS Color.

Pues así estaban las cosas en 1971. Ya había mosqueo, pero para enfado el de Mourinho cuando, siendo entrenador del Real Madrid, tras una convocatoria de 19 de sus jugadores, volvieron lesionados de larga duración Marcelo (para cinco meses tras una intervención en el quinto metatarsiano) y Coentrao, y de corta duración Arbeloa. Y para más inri, Benzema y Khedira regresaron tocados y éste último se lesionó en sus primeros minutos jugados con el Madrid tras volver del Virus FIFA en un partido importante ante el Borussia (salió Modric y el Madrid acabó perdiendo, sobrepasado en la media). “Aún no hemos pagado la factura del último Virus FIFA”, dijo Mourinho tras aquello, pensando en que los largos viajes, el cambio de huso horario, temperatura, modo de entrenamiento y alimentación causarían más estragos en su plantilla. Para el siguiente parón por partidos con las selecciones, Mourinho consiguió bajar la cifra de sus convocados de 19 a ocho, en parte porque algunos de sus futbolistas estaban lesionados y en mayor parte aún gracias a sus gestiones personales con los distintos seleccionadores, que permitieron esas ausencias.

En aquel año 1971, el Valencia, entrenado por Di Stéfano, venía de ser campeón de Liga y por lo tanto eran varios los jugadores che convocados por Kubala. En concreto, en el amistoso ante Chipre (7-0) jugado en Los Cármenes, el 22 de noviembre de ese año (el partido previo al escrito de ‘El Cotilleo’ al que nos referimos), fueron tres valencianista (Sol, Claramunt y Quino), el mismo número que blaugranas (Gallego, Reina y Marcial), y uno menos que madridistas (Pirri, Amancio, Aguilar y Benito). Estos eran precisamente los tres equipos que se estaban jugando la Liga, que finalmente ganaría el Real Madrid con 47 puntos, dos más que el Valencia y cuatro más que el Barcelona.

El caso es que esa queja, que entonces era sólo un rumor, no estaba tan fundamentada, o al menos no tanto como lo está ahora si tenemos en cuenta lo que vino después. En la temporada 1973-74 se abrió la Liga a los extranjeros. Dos por plantilla. Ese número sufrió pequeñas modificaciones, pero la principal fue con la Ley Bosman, cuya sentencia de 1995 permitía la libre circulación de futbolistas comunitarios. Ya no había límite de fichas en los equipos para ellos. La única limitación era de cuatro extracomunitarios por equipo y tres de ellos como máximo sobre el campo (recientemente se redujo a tres en plantilla y los tres jugando). A partir de la Ley Bosman, los grandes de Europa convirtieron sus equipos en auténticas Torres de Babel con los mejores jugadores de cada país, en la mayoría de los casos, internacionales con sus selecciones.

Esto afectó notablemente al número de canteranos que subían a los primeros equipos en las grandes entidades. Si antes los chavales competían en su puesto con canteranos españoles, ahora lo hacían con chicos de toda la Comunidad Europea. Y a pesar de eso, los equipos españoles siguieron sacando grandes jugadores.

Volviendo a las primeras quejas por el Virus FIFA, ya es imposible preguntar a Kubala, que dirigía a la Selección en 1971 y lo hizo hasta 1980. Ya es imposible saber si se sentía presionado por los entrenadores de los equipos de los que más jugadores reclutaba. Pero recurrimos a José Emilio Santamaría, que cogió su testigo al frente de La Roja para el Mundial de 1982. “¡A mí no me llamaba nadie! Faltaría más… Había un respeto tremendo y la conciencia de que, para un jugador, vestir los colores de la Selección era llegar a lo más alto. Y eso hay que respetarlo. Lo que ocurre ahora es que la densidad de partidos y de viajes se ha multiplicado por mil, y están machacando a los futbolistas. Yo viví las dos caras de la moneda, porque también fui entrenador del Español. Y siempre fui comprensivo con esa situación. Es, digamos, el precio que las grandes entidades tienen que pagar por tener una plantilla de alto nivel plagada de internacionales”. El caso es que, en el fútbol moderno, la mayoría de los jugadores de grandes equipos se acercan a los 70 partidos oficiales por temporada.

Podíamos dar simples datos, pero la realidad es que todos los equipos de la Liga saben que es más fácil meterle mano a los dos grandes después de un parón de selecciones y de los largos viajes que para algunos de sus integrantes (sobre todo, los sudamericanos) supone habitualmente. Es un tema que viene de lejos, como reflejaba aquel AS Color de diciembre de 1971. Un problema que se ha venido acentuando hasta convertirse en un virus. En el Virus FIFA.