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366 HISTORIAS DEL FÚTBOL MUNDIAL | 12 DE JUNIO

El régimen de Vichy estaba contra el fútbol (1943)

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El régimen de Vichy estaba contra el fútbol (1943)

Cuando los alemanes ocuparon Francia durante la Segunda Guerra Mundial dieron lugar a la creación de un gobierno títere, representante de la Francia colaboracionista, en el sur del país. Su capital fue Vichy, y su presidente el octogenario Pétain, héroe en la Primera Guerra Mundial, y que dejó la embajada en España para ocupar este puesto. (Desoyendo el consejo de Franco: «Usted es un vencedor, no vaya a hacerse cargo de la derrota de los vencidos», le dijo.) El régimen de Vichy se embarcó en un extraño combate contra el fútbol, porque juzgó más noble el rugby, que pretendió que fuera desplazando al fútbol en la preferencia de las gentes. El antiguo tenista Jean Borotra, nombrado comisario general de Educación General y Deportes, dicta un decreto en el que establece el fin del profesionalismo y también recorta en diez minutos la duración del tiempo reglamentario de los partidos. Los futbolistas, la mayoría de los cuales se pasaron a la zona sur, tienen que organizarse como pueden para vivir. Jules Rimet, presidente de la FIFA, se siente obligado por dignidad a dimitir de su cargo (era francés), pero anima a sus colaboradores a seguir trabajando. La selección francesa suspende casi completamente su actividad. Solo juega dos partidos en el transcurso de la guerra, uno de ellos en Sevilla, contra España, que pierde 4-0. El otro, en Suiza, también lo pierde.

Cuando a Borotra le sucede el coronel Pascot, hombre del rugby, afloja en principio las condiciones, autoriza siete profesionales por club, restablece la duración de los partidos y prohíbe los traspasos. Pero pronto cambia de idea y prohíbe en esta fecha el profesionalismo, a fin de «sanear el fútbol francés». Los jugadores son convertidos en funcionarios del Estado, al servicio de dieciséis equipos federales. Cada uno de los equipos representa una región y recibe una asignación fija de 25 000 francos para plantillas cerradas de quince jugadores. (Antes de la guerra, el salario medio de los jugadores pasaba de los 5000 francos.) Lanza un campeonato que empieza en septiembre y que no podrá concluirse, por la cantidad de partidos que quedan suspendidos.

Así que la liberación de Francia lo fue también para el fútbol, y más cuando se hizo con el poder el general De Gaulle, buen conocedor de este deporte y profundo aficionado a él. Por nada del mundo se perdía una final de Copa, y en el año 1967, justamente en la que hacía la quincuagésima edición, se produjo un hecho relevante. Jugaban el Olympique de Lyon, campeón de la edición anterior, y el Sochaux. El Olympique iba por delante en el marcador, el Sochaux apretaba y los lyonnais empezaron a quitarse el balón de encima como mejor podían, con fuertes patadones a la grada. Uno de ellos, un despeje al buen tuntún del medio Hector Maison, cayó limpiamente en el regazo de De Gaulle. El general lo recibió impasible, se puso en pie y desde su sitio lo devolvió al campo en una pose ortodoxa de saque de banda de jugador profesional. El público rompió en una ovación, reconociendo este gesto como un signo de respeto al fútbol, y no pocos lo tomaron como una señal de contraste con lo que había pretendido el régimen de Vichy. La foto de De Gaulle lanzando el balón, con toda formalidad y seriedad, a dos manos, dio la vuelta al mundo. Ganó el Olympique por 3-1 y renovó el título, pero el gran vencedor de aquella última final jugada en el viejo Parque de los Príncipes (pronto sería derruido para su remodelación) fue el general Charles de Gaulle, con su gesto de homenaje al fútbol.