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MEMORIAS EN BLANCO Y NEGRO

El Real Madrid se retrató de ‘ye-yé’ en Navacerrada

Los jugadores del Real Madrid 'ye-yé' posaron con pelucas en honor a aquella moda. El famoso reportaje se hizo en el Arcipreste de Hita.

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El Real Madrid se retrató de ‘ye-yé’ en Navacerrada

Entrados los sesenta, apareció en nuestro país el vocablo ye-yé. Un neologismo llegado de Francia que se asociaba al sector de la juventud, muy mayoritario, partidario de la revolución cultural y musical inglesa. Chicos melenudos, chicas con minifalda y medias de colores que atormentaban a sus padres con su aspecto y con su indeclinable devoción por las canciones en inglés, con los Beatles a la cabeza. Toda una tormenta de colores y música, con aspiraciones de liberación sexual, que Conchita Velasco acompañó con una celebérrima canción: La Chica ye-yé.

Los padres hablaban entre sí desconsolados:

—¿A ti también te ha salido ye-yé el chico?

—A mí la chica…

—Pues eso es peor…

Al tiempo, en el Real Madrid se producía un cambio de ciclo (...). Miguel Muñoz fue sustituyendo con calma las grandes figuras. Amancio y Zoco llegaron a coincidir con Di Stéfano. Pirri llegó justo cuando este se marchaba. Luego aparecieron De Felipe, Grosso y Serena de la cantera. Y Sanchis, un brioso lateral de medias caídas, cuyo hijo estaría destinado a jugar más partidos que nadie en la historia del club. Y Calpe, lateral valenciano, como aquel. De la quinta Copa de Europa sobrevivían Pachín y Gento, dura carne cántabra. El equipo se completó cuando apareció Velázquez (...). Con la Liga lejos, la Copa de Europa parecía demasiada empresa. Por primera vez se veía de verdad difícil que el Madrid participara en ella el año siguiente.

Después de un brillante partido de cuartos contra el Anderlecht, Ramón Melcón, periodista de El Alcázar, tuvo la ocurrencia de llamar a ese equipo El Madrid ye-yé. Pegaba con su aire desenvuelto y juvenil. A Bernabéu no le gustó. Hizo lo posible por evitar que el apodo se propagara.

Y de hecho, quizá no hubiera prosperado de no ser por la iniciativa de un reportero del mismo periódico, Félix Lázaro. En vísperas de un partido, subió a la concentración del equipo en Navacerrada junto con el fotógrafo Luis Ollero y Juan Pinedo, compañero de administración, que fue quien se encargó de hacerse con unas pelucas estilo beatle. Muy malas, muy de feria, pero valían para el propósito. Llegaron al Arcipreste de Hita y vieron a Muñoz en la terraza, jugando al dominó con un directivo y dos amigos.

—Los chicos están en las habitaciones.

Era el final de la hora de la siesta. Reunieron a varios, que se prestaron para el reportaje: Betancort, De Felipe, Velázquez, Pirri, Grosso y Sanchis se pusieron las pelucas. Ollero hizo un montón de fotos. En una de ellas, cinco rodean a Gento, que no lleva peluca, pero sonríe como un padre satisfecho y tolerante. Se fueron tan felices.

Pero el Madrid se enteró y se armó el revuelo. Saporta llamó a José Luis Cebrián Boné, director del periódico, y le pidió que guardara el reportaje. Bernabéu se sentía ridículo sólo con imaginarlo. Los que se prestaron a las fotos recibieron una bronca. Después de mucho tira y afloja y de obtener vía libre para otros reportajes a cambio, Cebrián aceptó congelar el reportaje hasta el final de la temporada. En el club atormentaba la idea de acabar sin clasificación para la Copa de Europa, obligados a mandar al equipo a la Copa de Ferias, un antecedente de la Copa de la UEFA (hoy Europa League) que Bernabéu motejaba como la copa de los pueblos, para desacreditar las victorias del Barça en ella (...).

Por su parte, para El Alcázar era una seria renuncia (...). Su fuerte era el deporte. (De hecho, cuando abandonó esa rotativa por otra de sistema off-set, los propietarios de la misma decidieron lanzar un periódico deportivo, AS, que arrancó con gran éxito).

El Madrid se enfrentó en semifinales con el Inter de Helenio Herrera y Luis Suárez (...) Campeón vigente. Se daba por muerto al Madrid. H.H. agitó las víspera, como solía. Su Inter había ganado al Madrid dos años antes la final de Viena: “Hace dos años provocamos la caída de Di Stéfano, ahora cancelaremos al Real”. Pero pasó el Madrid. La final fue contra el Partizán de Belgrado, que venía de eliminar al Manchester United de Charlton, Best y Law, a su vez vencedores del Benfica de Eusebio. Sonaba terrible. La final era en el viejo Heysel, de Bruselas. Nadie daba un duro por el Madrid.

Pero ganó, remontando un 0-1 de Vasovic con goles de Amancio, magnífica escapada, y de Serena, tirazo imprevisto desde lejos. Jugaron: Araquistain; Pachín, De Felipe, Sanchis; Pirri, Zoco; Serena, Amancio, Grosso, Velázquez y Gento. Betancort y Calpe faltaron por sendas lesiones.

José Luis Cebrián Boné publicó tres días después el reportaje de los ye-yés. Fue un boom. En plena felicidad, a nadie le pareció mal (...). Aquel grupo quedó conocido para los restos como el Madrid-ye-yé. No volvió a ganar la Copa de Europa, pero sí muchas ligas. Fue un buen equipo. Y aquel título resultó especialmente apreciado porque se consiguió con once españoles.

Cuando, a finales del año siguiente salió AS dando actividad a la rotativa abandonada por El Alcázar, incorporó desde su primer número una chica en la penúltima página. La primera elegida fue Conchita Velasco, La Chica Ye-yé...