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366 HISTORIAS DEL FÚTBOL MUNDIAL | 16 DE MAYO

El Barça vive una fiesta en Basilea (1979)

Actualizado a
El jugador del Barcelona, Asensi, celebrando la Recopa de Europa.
Diario AS

Aquellos eran años de gran exaltación del catalanismo, y del papel que el Barça hacía en él. Eran los años de la transición, de la recuperación de determinados derechos y se recordaba que el Camp Nou había sido refugio de la senyera en tiempos en que estaba prohibida. El Barça, campeón de Copa en 1977-1978, en la final ante Las Palmas («Ja tenim la copa, ara volem l’estatut», se decía), jugó la Recopa al año siguiente. La empezó con el Shaktar Donetsk, al que ganó sin problemas. Pero en octavos le tocó hacer una proeza: había perdido por 3-0 en la ida, ante el Anderlecht, y el partido de vuelta se presentaba como una montaña. El Camp Nou se llenó de un público ilusionado, que tuvo el premio de una noche mágica. Sobre la hora, Zuviría, con un gol inolvidable, hizo el 3-0. Tras una prórroga sin goles, el Barça pasó en los penaltis. En cuartos eliminó al Ipswich Town, con un Migueli enorme que no solo secó a Paul Mariner, el inglés que había costado un millón de libras, sino que marcó uno de los goles de la eliminatoria. En semifinales, doble victoria por 1-0 sobre el Beveren, donde empezaba a aparecer un joven meta belga llamado Pfaff. Pero el héroe fue Artola, con su actuación prodigiosa en Beveren.

Y a la final, en Basilea, contra el Fortuna de Dusseldorf, en el que la estrella era el temidísimo delantero Klaus Allofs. Diez años antes, en el mismo estadio, el Barça había perdido una final de Recopa con el Slovan de Bratislava, hecho sonado, pues aquella era la primera vez que la Europa del Este conseguía un título europeo de clubes. Pero nadie pensó en el mal presagio. Una ola de 30 000 culés, algo sin precedentes hasta la fecha, se desplazó a Basilea cargada de senyeras, banderas blaugrana e ilusión.

El Barça sale con: Artola; Zuviría, Migueli, Costas, Albaladejo; Sánchez, Neeskens, Asensi; Rexach, Krankl y Lobo Carrasco. De la Cruz (57’) y Martínez (66’) entrarían después por Albaladejo y Sánchez. Krankl, estrella austriaca del Barça, ha sufrido un serio accidente de coche pocos días antes y su mujer está todavía malherida en el hospital, pero hace de tripas corazón y juega el partido. El primer tiempo es trepidante. Sánchez, 1-0; Klaus Allofs, 1-1; Asensi, 2-1; Seel, 2-2. Entre el 1-1 y el 2-1 Rexach falla un penalti, cometido sobre Lobo Carrasco, casi un debutante, que sale esa noche convertido en estrella. La suya cuenta entre las mejores actuaciones individuales en una final europea. En la segunda mitad no hay más goles. Prórroga. Como siempre, se teme que los duros alemanes noten menos la fatiga. Pero Carrasco, en una jugada mejor que todas las anteriores, sirve a Krankl un gol hecho, sin portero, que es el 3-2. Poco después, Rexach caza un balón suelto y enmienda el fallo del penalti: 4-2. Aún los alemanes descuentan, por medio de Seel, a seis minutos del final de la prórroga. Pero el Barça aguanta y es campeón, con Núñez deshecho en una llantina. Es el primer trofeo europeo serio del Barça, descontadas las primeras copas de Ferias, de valor relativo.

Treinta mil culés vuelven felices de Basilea, tras ver la victoria de lo que Vázquez Montalbán llamó por entonces «ejército simbólico desarmado de Cataluña». Es cuando se acuña aquello de «las copas del Madrid son en blanco y negro, la nuestra es en color».