Si no ven hoy a nadie sonreír no se extrañen. El Villarreal anda depre y el Depor, temblando. Aun así, hay motivos para que el encuentro pueda acabar con otras caras (sigue el partido en directo en AS.com). Por un lado, la noche aciaga de Anfield no debería enfriar los ánimos de El Madrigal. No hasta el punto de convertirse en La Bombonera, pero sí para levantar el ánimo de su Villarreal y agradecerle que hace una semana confirmó su cuarto puesto y que, por tanto, jugará más partidos grandes en la Champions. Por otro, el Depor está a un sólo paso de atar la permanencia y no jugársela en el último partido ante el Madrid. Venciendo se salva y empatado, casi que también. No hablamos de una hombrada. Ha ganado un partido de los últimos veinte, sí; pero ha empatado en sus tres últimas salidas. Se puede creer.
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Las pizarras. El Villarreal por fin tendrá un partido sin tensión tras un 2016 estresante. Habrá numerosos cambios. Jugará hasta Barbosa, portero de la última derrota ante el Depor en casa en 2007 (0-2). El once es una incógnita. La batalla de Liverpool dejó secuelas. Y ahí puede el Depor rascar en su objetivo por despejar los fantasmas, después de tener la salvación en el bolsillo y olvidarse de cerrar la cremallera.
Víctor debe suplir a dos pilares: Borges y Navarro. Ha ocultado sus cartas, aunque no habrá revolución. Mantiene dos incógnitas. Primero, sin Navarro y Luisinho, inventar un lateral izquierdo. La otra duda está en banda. El Depor se aferra al momento de Cartabia y a los goles de Lucas. Su crisis es absoluta, con mil líos internos y el técnico con los dos pies fuera. No sumar supondría un funeral en mitad de una merecida fiesta.
