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366 HISTORIAS DEL FÚTBOL MUNDIAL | 30 DE ABRIL

Día Mundial del Miedo Escénico (1986)

Actualizado a
Día Mundial del Miedo Escénico
(1986)

Estamos en los años de la Quinta del Buitre, una generación de jugadores que ilusionó al madridismo. Cuatro chicos madrileños (Butragueño, Míchel, Martín Vázquez y Sanchís)  rodeados de jugadores de empaque, con cierta veteranía, como Hugo Sánchez, Gordillo, Gallego, Juanito, Santillana y Valdano. Este último, hombre muy cultivado gracias, en especial, a su afición a la novela mágica hispanoamericana. Aquel era un equipo de fútbol alegre y ofensivo, tanto como  desordenado. Así que marcaba muchos goles, aunque también solía recibirlos. De sus salidas  europeas era frecuente que volviera con goleadas en contra. Pero cuanto mayor era la goleada en contra, con más interés esperaba el público el partido de vuelta, seguro de que habría remontada.  Fue un hecho recurrente sobre todo en las copas de la UEFA de 1985 y 1986.

Aquella noche era quizá la más difícil de todas. El Madrid se había especializado en remontadas, de las que fue especialmente legendaria una ante el Borussia de Monchengladbach, invirtiendo un 5-1 gracias a un agónico e inolvidable 4-0, que daba paso al Madrid gracias al valor  preferente del gol marcado en la ida. Fue la noche en que Valdano definió la sensación que paralizaba a los rivales como «miedo escénico». Pero esta vez se trataba de algo más: había que golear «antes de». No se trataba de remontar, no había el combustible del objetivo heroico pero fijable en un número concreto de goles, no se contaba con el viento a favor de esa ansiedad. Y no se sabía cuántos goles había que meter. El Madrid de esos años tenía un ritual para las remontadas: gritar a los rivales en el túnel antes de salir; las tres primeras jugadas, tirar a puerta como fuera, para inflamar el estadio; las tres primeras jugadas del rival, cortarlas en  falta muy dura; a la primera falta de uno de ellos, cinco a increparle a él y cinco a increpar al árbitro. Pero aquel día todo se hizo con menos convicción. El público no se inflamó tanto. Los minutos pasaban y en eso, a la media hora, gol de Klaus Allofs, en doble autopase. Cero a uno para el Colonia. Aquello fue la señal.

Se desencadenó un pandemónium: el Madrid dejó dos defensas, Solana y Salguero, y atacó con el resto. Al descanso había hecho dos goles. A la vuelta siguió la locura, que produjo pronto un  tercer gol. Cuando el impulso parecía detenerse, Molowny hizo ingresar a Santillana por Martín Vázquez, con lo que tuvo en línea a cinco delanteros puros: Juanito, Butragueño, Santillana, Hugo Sánchez y Valdano. El estadio es una caldera enloquecida, el Colonia parece aterrorizado, no se da cuenta de que a las espaldas del Madrid no hay nada, y que cualquier balón mandado al otro campo y perseguido en él puede ser gol, que vale doble. Se acobarda en torno a Schumacher, echando el balón fuera, con las piernas de mantequilla, y encaja dos tantos más en los últimos diez minutos. Cinco a uno. Buena renta para Colonia, donde el Madrid perderá  por 2-0. Era la segunda Copa de la UEFA consecutiva que ganaba el Madrid. Pero aquel fue, sobre todo, el Día Mundial del Miedo Escénico, el día en que un rival en principio fuerte y seguro se hundió más que ningún otro ante esa formidable olla en que era capaz de convertirse el Bernabéu en determinadas condiciones.