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ESPANYOL

Domènech, el veterano perico que se comió cinco conejos

En 1967 Kalmar no lo hizo debutar en Sarrià y se fue al Sant Andreu, donde protagoniza numerosas anécdotas para el recuerdo.

BarcelonaActualizado a
El Espanyol, en el curso 67-68.
Joan Vilches.

Cada futbolista veterano guarda historias en el baúl de los recuerdos. Uno de los que desempolvó el álbum fue Manel Domènech (Gurb, 1-1-1945). Criado en el Espanyol, en la temporada 1967-68 tenía que debutar con el primer equipo. Alto, fuerte, expeditivo, Domènech estaba llamado a seguir la saga de centrales, pues era internacional juvenil con España. Ya vestido de corto en la caseta de Sarrià, el entrenador húngaro Jeno Kalmar decidió que ese estreno no se produjese, lo que truncó las esperanzas del futbolista, que se  marchó un año después al Sant Andreu.

Quizás la explicación estaba en la otra gran pasión del central, la comida. Cuenta Domènech, y corrobora Jaume Sabaté, un sinfín de anécdotas. Fernando Daucik, técnico del Sant Andreu, hacía un entrenamiento los viernes en Caldes de Montbui, donde vivía. Un entrenamiento diferente, de baño, masaje y sauna. Daucik se había obsesionado con que Domènech perdiese peso. Pero, al día siguiente, el técnico, báscula en mano, controlaba al jugador, que había engordado ¡tres kilos! La explicación: “Después de aquellos entrenamientos, me iba al comercio de enfrente a beber dos litros de leche”. Una pasión, la comida, que le llevaba a hacer apuestas con la plantilla. “Jugamos un partido en Valladolid y me dijo un compañero si era capaz de comerme los 20 flanes. Lo hice. Y luego jugué, aunque no recuerdo el resultado”, explica. Y en otra ocasión “me comí cinco conejos, con cabeza y todo”.

Acabó su etapa de jugador en Vic, donde decidió retirarse con 28 años y trabajar en el campo. Superó una Hepatitis C. Domènech habla con la misma pasión con la que jugaba. “Un día recibí una patada en la cabeza y me tuvieron que dar 25 puntos. Quise participar en el siguiente partido, pero debía llevar protección. No había gorras que me entrasen, así que jugué con txapela. Ganamos. Y así estuve hasta que perdimos”.