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Actualizado a
La plantilla del Atlético antes de que se comunicara que el Barcelona no disputaría el encuentro de Copa.
Toni GarrigaEFE

La foto del día en toda la prensa es tremenda: diez jugadores del Barça en un campo semivacío, correctamente alineados. El titular de As ese día es: «Pocos y cobardes». ¿Qué había pasado? Era el partido de vuelta de semifinales de Copa, en las que el Barça había sido emparejado con el Atlético. En la ida, en el Manzanares, había ganado el Atlético por 3-0. La semana reservada para los partidos de vuelta coincidía con una semana de partidos de selección, aunque partidos amistosos. Ese verano se jugaba la Eurocopa de Inglaterra y ya se habían cerrado los grupos de clasificación. Pero el Barça tenía muchos holandeses en sus filas: seis. Su propio entrenador era holandés, Van Gaal. Además, tiene algún jugador lesionado y trata de forzar un difícil aplazamiento del partido, que se le niega. Las vísperas son polémicas, porque el Barça insiste en que no tiene más que diez jugadores y el portero suplente. No es del todo cierto, porque Amunike ya está curado y entrenando con el alta médica, aunque aún no ha reaparecido. Se le sugiere que obtenga permiso para que los internacionales holandeses se incoporen un día más tarde, como ocurre en otros casos en esa misma jornada, pero dice que Rijkaard, seleccionador holandés, niega el permiso. Se recuerda entonces que el 28 de abril del año anterior, con ocasión del partido del Centenari del Barça, Van Gaal había obtenido de Países Bajos permiso para que todos sus jugadores fueran rebajados de un amistoso, y que ahora podría hacer lo mismo. Pero no hay manera. (El partido del Centenari, Barça-Brasil, lo organizó Nike, marca que tenía contratados al Barça, a Van Gaal y a varios de sus holandeses.) El día del partido, Núñez decide hacer una escena bufa. Dado que la Federación no aplaza el choque, abre el campo. El Atlético y el árbitro Díaz Vega acuden a su hora. El Barça también, y se visten diez jugadores y el portero suplente: Hesp, Déhu, Guardiola, Abelardo, Sergi, Dani, Simão, Xavi, Gabri y Puyol se alinean en la banda, tras ellos queda Arnau, el otro portero. En un momento dado, Guardiola, el capitán, abandona la fila y se acerca al medio del campo, donde esperan Díaz Vega y Santi Denia, capitán del Atlético, para el sorteo. Guardiola le dice al árbitro que no pueden jugar porque no son suficientes. Díaz Vega le recuerda que un partido puede empezar con que haya siete, cuanto más con diez, que en realidad son once, con Arnau. Guardiola le insiste en que no van a jugar, y regresa con sus compañeros, que se retiran. Díaz Vega deja pasar prudentemente unos minutos y al final decide indicarles a los jugadores del Atlético, que esperan aburridos, impecablemente equipados también, que se retiren. El Atlético es finalista. La imagen es esperpéntica, con todos los jugadores del Barça alineados, con sus relucientes camisetas, diseño centenario, año en el que en lugar de las rayas llevó un formato como el de sus primeros tiempos, mitad azul y mitad grana, en dos grandes franjas verticales. La terquedad de Núñez, que quizá pretendía forzar un aplazamiento para recuperar algún lesionado o, más probablemente, encontrar una gatera por la que escapar de una eliminación segura (la ida había sido 3-0), puso al Barça en una pésima situación. La sanción por la retirada de la Copa suponía, según los reglamentos, la prohibición de inscribirse en la siguiente edición. Pero no hubo consecuencia alguna: el 14 de julio la Federación, que ya dirigía Villar, dictó unas medidas de gracia por su reelección al cargo, con lo que el Barcelona fue inscrito en la siguiente edición de Copa.