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366 HISTORIAS DEL FÚTBOL MUNDIAL | 23 DE ABRIL

El gato Trixie le da la Copa al Cardiff City (1927)

Actualizado a

Esta iba a ser la primera final de Copa de Inglaterra radiada en la historia, pero también iba a pasar a la historia por otro motivo: fue la primera, y todavía la única, Copa de Inglaterra que no ganó un equipo inglés. La ganó un galés, el Cardiff City, y eso que se disputó el día de San Jorge, patrón de Inglaterra. Y el rival del Cardiff City era el poderosísimo Arsenal de Herbert Chapman, el primer equipo que había sabido sacar ventajas del último cambio del reglamento (dos defensores en vez de tres para impedir el fuera de juego) con su célebre WM, que después se extendería por todo el mundo. Y, además de todo ello, el Cardiff City era un equipo menor que había llegado a esa final un poco de rebote. Y no aspiraba, de ninguna manera, a ganarla, se conformaba con el lujazo de jugar la final en Wembley, el mítico estadio estrenado cuatro años antes, y que nunca se utilizaba más que por la selección inglesa o para la final de Copa. Jugar ahí ya era un mérito.

Asi que la víspera los jugadores del Cardiff la pasaron la mar de tranquilos, jugando al golf en Royal Birkdale, como unos veraneantes de vacaciones sin ninguna preocupación. Pronto les incomodó un gatito negro que andaba por allí, propiedad de los cuidadores del campo, y al que temían dañar de un bolazo. Lo quisieron apartar, pero volvía y volvía, cariñoso, como si quisiera juntarse con ellos. Entonces el delantero centro del equipo, Ferguson, pensó que era una buena señal, encariñó a todos con él y se lo compró a los propietarios a cambio de una entrada para la final. Se enteraron de que se llamaba Trixie y, tras litigar con el entrenador, que lo consideraba una tontería, cargaron con él hasta el hotel donde estaban alojados. Y al día siguiente lo llevaron consigo a Wembley, convencidos de que les daría suerte.

Y así fue. A pesar del superior juego del Arsenal, el gol de los londinenses no llegaba. Y en el minuto 74 una jugada rápida la finaliza Ferguson con un remate que pilla al meta de los gunners bien colocado, pero se le cuela inexplicablemente: lo espera rodilla en tierra, pero se le escurre entre las manos, se revuelve, le pasa por debajo del brazo y en su último esfuerzo por alcanzarlo acaba por introducirlo en su portería. La desesperación del meta, Lewis, fue aún mayor cuando el partido acabó con ese solitario gol que mandaba la sagrada copa a Gales, porque además él mismo era galés (era el meta de la selección galesa) y eso dio lugar a no pocos comentarios.

En el Cardiff, todos salieron convencidos de que era el gatito Trixie el que les había dado la victoria, convicción reforzada por el hecho de que había sido el propio Ferguson el que tuvo la idea y se encariñó con el gato, el que marcó el gol, que en realidad había llegado como provocado por una fuerza mágica superior. Por su parte, el meta Lewis culpó al jersey que estrenaba ese día, y que no volvió a utilizar más en su carrera.