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BARCELONA

Sergi Pàmies: “Ganar en la última jornada sería pirotecnia Cruyffista post mortem”

Mucho habrá que esforzarse para escribir sobre fútbol algo mejor que ‘Confesiones de un culé defectuoso’, de Sergi Pàmies, una joya que con deliciosa ironía levanta la bandera de una pasión antigua y disecciona la realidad del Barça.

BarcelonaActualizado a
Sergi Pàmies
Fernando Zueras

¿Sabe por qué insistí en pedirle la entrevista para hoy (lunes, día siguiente de ‘lo del Valencia’)?

— Me lo temo.

—La concretamos después de que el Barça perdiera en el Calderón. Quería verle tras jugar contra el Valencia, ¿sabe a lo que me refiero?

—Que ya veía que la cosa pintaba mal.

—Me temía lo peor, así que me diagnostiqué tomarme una cerveza terapéutica mañanera con usted, para que me ayudara a ver cómo le explicamos a los jóvenes incautos culés acostumbrados al éxito lo que pasa. ¿Lo intentamos?

—En su día escribí en La Vanguardia que eran ellos, los jóvenes, los que tenían que tomar la bandera del optimismo y guiarnos a todos los veteranos por el camino desconocido de la confianza. No lo han hecho, pero el domingo en el campo hubo un intento esperanzador.

—¿Cómo cree que estas nuevas generaciones acomodadas a una Champions cada dos años se tomarán este desplome que para algunos veteranos resulta familiar?

—Estamos inventando una nueva coalición con valores de la nueva época y la antigua. El domingo en el campo se vio la experiencia del culé que tiene todas las cicatrices de Sevilla ante el Steaua a la vista pero la banda sonora fue moderna. Los de mi edad hubiéramos silbado. La puesta en escena ante el Valencia fue la del nuevo Barça, la mala suerte, en cambio, la de toda la vida.

—¿Para algunos veteranos eso no es novedad?

—Para los mayores, fue un día ideal para reafirmarte en tus temores. Los que tenemos experiencia ya veíamos que esto no se arregla diciendo “vamos a ganar”. Esto es uno de esos agujeros negros extraños que ya vivimos antes.

—Uno de los jugadores bandera del Barça moderno es Piqué, quien dijo: “Estamos en la mierda absoluta”. Duro concepto ‘old school’ para alguien como él, ¿no?

—Sí, pero en el mismo discurso dice: “Ganaremos la Liga”, algo que no se hubiera dicho antes. Por contra, la estrategia del entrenador es peligrosa.

—¿Por qué?

—Dice que los próximos cinco partidos son finales y eso rompe la lógica del partido a partido que es el arma con la que se remontaron situaciones así. Lo de hacer previsión es arriesgado.

—¿Como Lattek?

—Usa una retórica que rompe con el partido a partido, que es un concepto que no inventó Simeone, que lo inventó el Barcelona hace años.

—¿El gran homenaje a Johan Cruyff sería ganar la Liga en la última jornada?

—Sería fabuloso. ¿Se está preparando esto? Si es un treta Cruyffista post mortem aplaudo con los pies. No se me había ocurrido. Aunque si es una treta, se lo podía haber ahorrado pero...

—Sería muy Cruyffista...

—Sin duda. Un ejemplo de pirotecnia Cruyffista post mortem. Si es así, firmo.

—En ‘Confesiones de un culé defectuoso’ recuerda su primera vez en el Camp Nou, cuando su tío Pau le dice que disfrute de todo: “Del estadio, del césped, de la iluminación, del bocadillo. Pero de los jugadores no esperes nada. Son unos desgraciados y unos inútiles”. Ahora el equipo es bueno, pero los bocadillos son una basura. ¿Por qué no se puede tener todo?

—Imposible. Cierto es que en esa época los bocadillos eran lo mejor con diferencia del campo, lo que tampoco era normal. Que ahora los bocadillos sean lo peor, quiere decir que el resto de cosas están a la altura. Hay una salvedad, que es el hot-dog con cebolla que venden en la explanada de tribuna. Los bocadillos de dentro del estadio son indecentes, pero a cambio tenemos más alimento espiritual.

—Dijo el otro día Bartomeu que el Círculo Virtuoso ha caducado, ¿qué opina?

—Es una temeridad que pagaremos antes o después. Entiendo lo que quiere decir. El Círculo Virtuoso no se puede tener siempre, pero sí que se puede mantener como voluntad, como propósito. No se puede ganar siempre y como han ganado tanto, Bartomeu se cura en salud advirtiendo que vendrán tiempos peores, pero que pese a eso el club tiene que seguir en la elite. Ejemplo: el Manchester United

—Ese ejemplo puso...

—Cobrar lo mismo sin ganar tiene sentido en el liberalismo, pero en el mundo del fútbol de calle es una fantasmada. En ese mundo ganan los buenos y son los buenos los que tienen las oportunidades de prestigio social. Lo que no puede ser es que teniendo a Van Gaal y perdiéndolo todo sigas muchos años en la cúspide del negocio. Se puede aguantar un tiempo, no eternamente.

—¿El objetivo es jugar bien?

—Pero hay un problema grave: Tendemos a agrupar títulos, lo cual es de una voracidad desconcertante. No entiendo esto de ‘dobletes’ o ‘tripletes’. Ganar la Liga ya es un éxito por sí solo. Ahora sólo tiene valor en un pack. De locos.

—¿Qué me dice de los valores?

—Sólo se entienden desde el marketing. El hecho diferencial del Barça sólo podía ir por aquí.

—¿Y los valores del Madrid?

—Diferentes. Los ha basado en la grandeza que le ha dado la época imperial de sus Copas de Europa. La identidad del Madrid globalizado (mucho antes de la globalización) la da Di Stéfano. Si no fuera así, el Madrid y el Alcoyano serían lo mismo.

—¿Perdón?

—Alcoyano y Real Madrid, en principio, tienen valores parecidos. No se dan nunca por vencidos, tienen una gran moral de victoria... pero la diferencia es que unos ganan y los otros no. El prestigio del Madrid es la fuerza de la historia. El Madrid no necesita títulos para mantenerse, ya los tiene. Solo con la apariencia y la voluntad, le da de sobra.

—Habla usted en el libro de uno jugadores mitológicos que jamás llegó a ver más que un par de veces, ¿eso acerca o aleja?

—Era un relato legendario que llegaba a través de la radio, pero eso pasaba con todo, no sólo en el fútbol. Antes todo era excepcional. La presencia del relato era constante.

—Ahora hay una proximidad falsa con las estrellas gracias a las Redes Sociales. ¿El Instagram le robó la épica a los cromos?

—Las Redes han quitado misterio a las figuras. Excepto con Messi. Su misterio se mantiene porque es el menos activo en la Redes y cuando lo es, lo es en una red china, lo que dice mucho del personaje. Messi sólo es activo en chino y aún así es el más interesante de todos. Cada vez son más marcas y necesitan ese márketing como aire que respiran, pero al final las marcas les acaban devorando, como es el caso de Neymar.

—Hoy le leía una idea terrible: “Los patrocinadores han decidido que Neymar será el futuro mejor jugador del mundo”.

—En el caso de Neymar hay una voluntad de nombrarlo heredero de Messi sin haber hecho la residencia de suboficiales. Para ganarse los galones primero debe de ser sargento, luego teniente y al final, capitán. Con Neymar nos dictan que el es el heredero cuando hay un Cristiano.

—Pasaba con Maradona...

—Apareció el Maradona de los Alpes, el de los Cárpatos y del de no se dónde más, pero eso no era ofensivo. Era como un elogio. No es lo mismo buscar similitudes que establecer una jerarquía que no ha decidido el público.

—¿Va a muchos campos?

—Menos de los que quisiera. Cuando voy a alguna ciudad, trato de ir al campo de fútbol.

—¿Se puede ver como es una ciudad viendo como la gente se comporta en el estadio?

—No, porque va por barrios. Cada uno es un universo. La Bombonera, por ejemplo, nada tiene que ver con el Monumental. En Madrid, Bernabéu y Manzanares no tienen nada que ver y Sarrià nada tenía en común con el Camp Nou.

—¿Pero son un mundo?

—Como las grandes misas. Cuando viajo, voy a misa. Si vas a una misa en Sofía con un ritual diferente, pasa algo parecido a lo de los estadios. También pasa con los cementerios o los mercados. Cada ciudad respira a través de ellos. Si te haces una paja mental puedes llegar a interpretar como es la ciudad en relación a las misas, cementerios y mercados, pero en el caso del fútbol hay barrios. En Buenos Aires, Londres o Estambul. Y en el caso del Barça la gran peculiaridad respecto a los demás es el silencio que permite oír como se toca pelota.

—Lo que contrasta con la escenografía de los mosaicos...

— Y la puta ola.

—¿Puede que haya un infiltrado en el fútbol que se lo quiera cargar desde dentro?

—Y además es aficionado al basket. Tenemos dos problemas: un infiltrado y que, además, le gusta el basket

—Cuando habla de Juanito, Pérez, Dueñas, Barrios ... Esos eran fácil de insultar, ¿cómo vas a cagarte ahora en jugadores como Iniesta, Mascherano, Piqué...?

—Queda Douglas, pero en el banquillo, tenemos a Adriano a punto del insulto o algún portero, pero ahora no hay tantos... Hay que recuperar la figura del insultable.

—¿En eso está Braida?

—Es sensacional, un referente porque puede traer muchos de estos jugadores a reivindicar con los que te haces el interesante, como yo hice en su día por Gudjohnsen. A Braida ni los que le trajeron saben qué es lo que hace. Confío en él para devolver la esencia barcelonista de patrocinar desconocidos.