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366 HISTORIAS DEL FÚTBOL MUNDIAL | 17 DE ABRIL

Superbronca por una tercera final Celtic-Rangers (1909)

Actualizado a
Superbronca por una tercera
final Celtic-Rangers (1909)

Solemos creer que los grandes conflictos en los estadios son cosa de la segunda mitad del siglo XX, quizá más duros en Suramérica que en Europa, hasta la aparición de los hooligans ingleses en los sesenta. Solemos imaginarnos al público de hace cien años como pacíficos ciudadanos, imbuidos de los valores deportivos y de un gran control cívico. Pero no es exacto. Tan temprano como en 1909, un doble empate en la final de la Copa de Escocia, entre el Celtic y el Rangers,  provocó una terrible revuelta social, de la que aún se habla en aquel país. Fue en Glasgow, por  supuesto, en el Hampden Park, que para entonces ya podía albergar a más de sesenta mil espectadores.

Aquel año había ganado la liga el Celtic, y sus hinchas esperaban el doblete. Por su parte, los Rangers aspiraban a evitar tal cosa, «empatando» la temporada con el título de Copa. Por  aquella época ya era firme la división entre los dos equipos de la capital escocesa, una larga  rivalidad que los años irán contaminando con una especie de guerra religiosa: los católicos Celtics contra los protestantes Rangers. Pero en este tremendo conflicto iban a estar de acuerdo, curiosamente. Ocurrió que la final terminó en 2-2, lo que en cierto modo decepcionó a todos. Habría que jugar un desempate, que se concertó para el 17 de abril. Corrió el rumor, que pronto hizo fortuna, de que se trataba de un apaño para hacer una segunda taquilla, así que los aficionados de uno y otro equipo acudieron un poco moscas. Cuando el desempate acabó 1-1, todo el mundo esperaba una prórroga que decidiese, pero las normas de la competición  establecían entonces un tercer desempate, solo al final del cual, y si persistía el empate, se jugaría una prórroga. No todos los jugadores lo sabían, y algunos, que ya habían oído hablar de las sospechas de tongo, temían la reacción, de modo que permanecieron indecisos en el campo. Pero el árbitro, tras algunas dudas, les dijo que se retiraran. La multitud, que seguía  expectante, se enfureció cuando vio que se empezaban a retirar los banderines de las esquinas, señal inequívoca de que el partido no seguía.

No menos de 9000 hinchas saltaron al campo, indignados, hicieron retroceder a la policía y asaltaron las dependencias del estadio, que incendiaron con ayuda del whisky que aún les  quedaba. Los jugadores huyeron como pudieron. Se ofreció a la turba desatada devolver el  dinero de la entrada. «¡No queremos que nos devuelvan nuestro dinero, queremos que nuestro dinero trabaje!» Cuando llegaron los bomberos fueron atacados con violencia y no pudieron intervenir. Numerosos policías resultaron heridos, así como sus caballos. Las porterías fueron arrancadas y se hizo fuego con ellas, al igual que ocurrió con toda madera que se encontró, en  asientos, vigas o vallas. La turba tardó más de dos horas en disolverse, más por agotamiento de su ira que por la persuasión de la policía, que se vio desbordada. La bronca acabó con 130  hospitalizados, entre ellos muchos policías, y varios cientos de contusionados. El tercer partido  no se jugó, porque no le pareció prudente a ninguno de los dos clubes ni a la Federación  escocesa intentarlo, ni siquiera gratis. Tampoco el estadio podía ser puesto en marcha en unos pocos días, ni mucho menos. Así que el año 1909 se quedó sin campeón de Copa de Escocia.  Y, por un día, o mejor, por dos horas de furia, los hinchas del Celtic y del Rangers habían ido de la mano.