NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

LAS CONCLUSIONES DE AS AMÉRICA

10 conclusiones tras los cuartos de final de la Champions

Cuatro partidos emocionantes en los que hubo remontada blanca y batacazo colchonero. Te contamos las conclusiones de AS América.

Actualizado a
10 conclusiones tras los cuartos de final de la Champions

1. Madrid, capital del fútbol

“La Bombonera no vibra, late”, dicen los hinchas de Boca y también los turistas que tienen la suerte de visitar el mítico estadio bonaerense en tardes de partido. Tras esta jornada de Champions, Madrid se ha vestido de Buenos Aires, y la capital ha latido con el fútbol. Primero el Bernabéu, usualmente un estadio más bien frío, se disfrazó de infierno y quemó al Wolfsburgo, que no pudo con la presión de los ochenta mil que llegaron a Chamartín y que empujaron a su equipo a lograr una remontada épica. Y ayer el Calderón fue una fiesta, una olla a presión, un solo grito que remeció las aguas del Manzanares. El Atlético se alimentó del aliento y la afición se alimentó de la intensidad de sus jugadores: una ecuación perfecta que terminó en orgasmo deportivo. Madrid, con sus dos equipos de élite, se ha convertido en la capital del fútbol europeo.

2. Cuando la intensidad supera al talento

Ayer quedó claro que si el Barça se hubiera enfrentado a once jugadores en el Camp Nou, otra hubiera sido la historia. Porque el Atlético planteó exactamente el mismo partido y, hasta que se fue Torres, estaba consiguiendo lo mismo que logró anoche. Ni todo el talento del mundo –que es el que tiene el Barcelona- pudo con la intensidad y la concentración de los del Cholo. Y si se hubiera jugado un tercer partido, habría acabado igual: se trató de una cuestión de mentalidad, de convencimiento, de ilusión. Se veía en los ojos de los jugadores, en su manera de correr y en la emoción desbordada de la afición colchonera: demasiada intensidad para un equipo frío, que sólo encendió los motores cuando ya era muy tarde. Si el fútbol es de momentos, quizás el Atlético se haya convertido en el gran favorito a llevarse su primera Champions.

3. El Barça, sin variantes

Cuando las soluciones habituales no funcionan, se tiene que recurrir a variantes. Mirar el fútbol con otros ojos, desde otras perspectivas. A veces es suficiente con una sustitución, o a veces con un planteamiento distinto. Como cuando Guardiola colocó a Messi de falso nueve, a pesar de que rendía de maravillas por la derecha. O como cuando Mourinho decidió poner a Eto’o de alero en su Inter que levantó la Champions. Luis Enrique, sin embargo, apostó por no realizar cambios significativos a pesar de que el Barça venía demostrando una monotonía exasperante en los últimos partidos. Si el peso ofensivo recae más en Jordi Alba y en Dani Alves en lugar de Iniesta o cualquiera de los de arriba, es que algo se está haciendo mal. Quizás el Barça haya pagado demasiado cara su terquedad: una de las claves del fútbol –y de la vida- es la sorpresa, tomar decisiones que nadie se imagina. Ayer, Luis Enrique fue tan predecible que mereció irse así, sin pena ni gloria.

4. La mística blanca

El Madrid es el equipo más grande de la historia de la Copa de Europa, luego llamada Champions League. Eso es algo que hay que tener en cuenta incluso cuando el presente no es el mejor o cuando la institución no está demasiado en orden. Y volvió a quedar claro el martes por la noche, en una remontada épica que nació en la semana previa, con la afición y los medios remando para el mismo lado, y que terminó de formarse en el Bernabéu, con ochenta mil personas que fueron un puño. El Madrid tiró de su historia, del peso de su camiseta y de las inmensas noches europeas que a este club le sobran.

5. Cristiano y diez más

Si bien el Madrid goleó, remontó y pasó a semifinales, el juego de los de Zidane no quedará para el recuerdo. Simplemente manejaron el partido con experiencia y aprovecharon que el Wolfsburgo sufrió de pánico escénico. Quien sí pasará a la historia es Cristiano Ronaldo, que marcó tres goles y presionó hasta el último segundo. En el campo, fue el gran líder del Real Madrid, tirando siempre del equipo y motivando a sus compañeros. El martes vimos su mejor faceta. Sólo uno de sus goles fue fruto de una jugada colectiva: el resto tuvo que ver con su inventiva e inmenso talento. Es el goleador histórico de la competencia de clubes más importante del mundo y la gran estrella que le da esperanzas al Madrid, que es Ronaldo y diez más, con el respeto que se merecen los otros jugadores de la plantilla.

6. El Wolfsburgo no se tuvo fe

Al frente, el Madrid se encontró con un equipo sin fe, que no terminó de procesar la gran victoria que consiguió la semana anterior y que esperaba lo peor. Se vio desde el inicio del partido, con el Bernabéu que rugía y el cuadro blanco que jugaba con paciencia y tesón. Los alemanes casi no crearon ocasiones y, cuando a los 17’ ya habían encajado dos goles, estaba claro que la cosa iba a acabar como terminó. La lesión de Draxler, su figura, terminó de aniquilar anímicamente al cuadro de Hecking que, a pesar de su eliminación, tiene que sentirse orgulloso de haber forzado una remontada del gigante blanco.

7. No estaba para experimentos

Zlatan se quejó, después de la eliminación frente al City, del sistema improvisado que planteó Blanc en Manchester, con tres defensores atrás incluyendo a Aurier, que es lateral. Y quedó claro que en cuartos de final de Champions hacer experimentos puede costar muy caro. Decíamos que Luis Enrique pudo haber realizado variantes ante el Atlético y que fue muy conservador en ese sentido. Pues Blanc se fue al otro extremo. Es cierto que tenía ausencias que le obligaban a replantear –sobre todo las de Verratti y Matuidi- sus ideas, pero el equipo se vio extremadamente desordenado y sin ideas. Si Zlatan, el más veterano del vestuario, se quejó, es que quizás no fue el mejor día para inventos. Lo pagó caro el PSG.

8. Regalo de despedida

Manuel Pellegrini es el típico técnico que, como el chofer de un bus que se estrella, sólo ocupa portadas cuando le va mal. Suele pasar desapercibido cuando sus equipos juegan bien, cuando ganan, cuando gustan. El triunfo del City sobre el PSG es un premio a uno de los mejores y más serios entrenadores del mundo, que se despedirá del Etihad haciendo historia: es la primera vez que el cuadro celeste llega a las semis de Champions. Es cierto que su equipo ha tenido altas y bajas a lo largo de los tres años que lleva al mando, pero siempre ha mantenido una idea: jugar el balón a ras de piso y atacar siempre. El chileno se merecía llegar a estas instancias y no tendría que sorprendernos que el próximo curso entrene a otro gigante de Europa, porque el ingeniero tiene la capacidad y el currículum para hacerlo.

9. El Bayern no es un monstruo

Por más que para muchos es el gran favorito para llevarse la Champions –sobre todo tras la eliminación del Barça-, el Bayern ha demostrado que no está demasiados peldaños por encima del resto de equipos grandes de Europa. Y tampoco de los no tan grandes. Sufrió muchísimo para deshacerse de la Juventus y no lo pasó bien ante el Benfica, una institución con un presupuesto risible comparado al de los gigantes bávaros. Sólo consiguió empatar en Lisboa y ganar por la mínima en el Allianz, sin impresionar como lo había hecho en la fase de grupos y en algunos momentos de octavos.

10. La Champions no le quedó grande

Una de las gratas sorpresas de la competición fue el Benfica. No se lo puso nada fácil a un Bayern que a priori lo superaba en todo y estuvo cerca de dar el batacazo. Rui Vitória ha armado un equipo extremadamente sólido y ordenado, como comentó Guardiola tras el triunfo de su equipo. Gaitán es cada vez mejor, pero también cuenta con jugadores para el futuro como Renato Sanches, a quien siguen todos los grandes del continente. El equipo que lidera la clasificación en Portugal amenaza con volver el próximo año más curtido y con más confianza.