NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

366 HISTORIAS DEL FÚTBOL MUNDIAL | 10 DE ABRIL

Babacan deja al Atlético con ocho (1974)

Actualizado a

Aquel año el Atlético pisaba fuerte en la Copa de Europa. Se había abierto de nuevo la posibilidad de fichar extranjeros (fue entonces cuando vino Cruyff) y había reforzado su equipo, ya de por sí bueno (campeón de liga del año anterior), con dos internacionales argentinos: el líbero Heredia, de magnífica salida de balón, y un velocísimo delantero, Ayala, que lucía melena de mosquetero. El entrenador, Juan Carlos Toto Lorenzo reunió un ataque de tronío, Ayala-Gárate-Bezerra, que fue bautizado como «los tres puñales». No fue raro que el Atlético eliminara sucesivamente a Galatasaray, Dinamo de Bucarest y Estrella Roja, hasta llegar a las semifinales frente al Celtic de Glasgow. La ida se jugó allí, el Miércoles Santo, en un ambiente previamente enrarecido.

Porque por aquellos años los equipos suramericanos se habían hecho muy mala fama en Europa, y particularmente en Gran Bretaña, por su tremenda dureza en la Intercontinental. El Atlético tenía una gran mayoría de jugadores suramericanos, así que fue esperado de uñas, con campaña de prensa previa. Encima, la víspera ocurrió lo que faltaba: en el entrenamiento se produce una agresión de Ovejero a Panadero Díaz (argentinos los dos) en respuesta a una dura entrada del segundo. Es gasolina en la llama que había encendido la prensa escocesa.

El partido se juega bajo una enorme tensión, arbitrado por Babacan, muy influenciable. Además, el Celtic de Glasgow tenía un pequeñísimo extremo, Johnstone, extremadamente habilidoso, cuyos regates crispan a los defensas atléticos, que le entran con dureza. Panadero Díaz, primero, y Quique, después, van a la calle por este motivo. Más tarde ocurre lo mismo con Ayala. Otros jugadores se cargan de tarjetas. Johnstone se retira lesionado y es sustituido. El Atlético resiste como puede, con siete jugadores protegiendo a Reina, sin alejarse de su área, lanzando el balón lo más lejos que puede cuando lo coge. Otra cosa no se podía hacer. Por fin alcanza la orilla: 0-0. Los jugadores se retiran entre peleas, la policía interviene para separarlos y para frenar un intento de invasión del público. El partido deja una gran polvareda, convertido casi en un escándalo europeo. La UEFA decidirá después suspender por tres partidos a los jugadores expulsados, y por uno a Melo, Ovejero y Alberto. Seis bajas para el partido de vuelta, tres para la previsible final, si se alcanza. Además, multa con dos millones de pesetas al club, al que se culpa de la mala conducta del equipo. Babacan queda en la memoria del Atlético como una especie de enemigo público.

La vuelta se juega el día 24 en el Manzanares en un ambiente de desagravio al equipo, que juega fenomenalmente bien a pesar de las seis ausencias (la plantilla era buena, la alineación de ese día no desmerece) y gana por dos a cero, con goles de Gárate y Adelardo. ¡A la final! Será la final doble frente al Bayern, la del tiro libre de Luis, el empate in extremis de Schwarzenbeck y el dichoso desempate. Pero esa es otra historia.