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AS COLOR: Nº3

Santiaguina: dícese de Bernabéu soltando verdades como puños

Jugador, entrenador, directivo y presidente del Real Madrid. Gracias a todas esas fases, Bernabéu se labró una arrolladora personalidad.

Actualizado a
Santiago Bernabéu, presidente del Real Madrid.

Cuando el Madrid perdió la final de la Recopa de 1971 ante el Chelsea, Don Santiago Bernabéu se puso en plan presidente y dio la cara. Siempre lo hacía. Decidió hablar con AS Color, convencido de que era la cabecera de mayor prestigio para enviar un mensaje meditado y directo al madridismo. El mandatario manchego no se andaba por las ramas y prefería golpear duro si era preciso para que nadie pudiera interpretarle entre líneas. Bernabéu era de los de “al pan, pan; y al vino, vino”. Lo bueno de la entrevista, efectuada por nuestro compañero Chema Bermejo, es que el mítico mandatario merengue deja perlas que lo convierten de nuevo en un adelantado a su tiempo. Diríase que algunas de sus frases las habría suscrito el mismísimo Florentino Pérez, que siempre habla de Bernabéu como el espejo como presidente en el que siempre quiso mirarse.

Lo que sí han cambiado son los tiempos y la dimensión económica del club. El actual Real Madrid sí se puede gastar 96 millones en Cristiano. Pero vean lo que decía Don Santiago sobre el deseo de la afición de que llegaran grandes fichajes a la plantilla blanca: “En Inglaterra e Italia los clubes son sociedades anónimas. En el Madrid los dueños son los socios. Los propietarios, los socios, me reclaman: '¡Gástese usted el dinero, los millones!'. Y yo les digo: '¿Qué millones?'. No vamos a pagar ocho o diez millones por un jugador mediocre. No quiero pagar lo que no valen. Además, los impuestos nos ahogan. Ahora tenemos 400 empleados. Hay que pagar la luz y el agua. Los gastos han aumentado. La Directiva tiene que vigilar la sociedad”.

Su concepto de que el Real Madrid es de sus socios queda claro en una expresión muy propia del mandatario manchego: “Si yo fuera empresa, haría lo que me diera la gana. El Madrid está preparado para gastar, no para tirar el dinero. Hay que poner los pies en el suelo. Hay que olvidarse de aquellos Di Stéfano, Puskas, Gento, Rial… ¿Qué hubiera sido de nosotros si no dejamos salir a los Benito, Velázquez, Grosso, Pirri? Vamos a reforzarnos si los socios tienen paciencia y aguantan, y apoyan a los jóvenes que surjan”.

Por cierto, que en un tramo de la entrevista Don Santiago tiró una puyita a la siempre exigente afición del estadio que lleva su nombre: “En Atenas perdimos con dolor y con honor, y me preocupa que ninguno de los 60.000 socios fueran a Barajas a recibir a los jugadores. Los socios tienen también una obligación: apoyar al equipo”. Mourinho aplaudiría si leyese estas líneas.

En su repaso a aquella temporada de transición para los blancos, el líder de aquellos años marcadamente presidencialistas sale en defensa de su discutido técnico, Miguel Muñoz: “Si yo fuera técnico, me iría a Italia y cobraría cinco millones por decir cosas y hacer equipos. Sí, no me pinches en el asunto Miguel Muñoz. No es cosa mía. ¿Sabes que hay una junta directiva? Yo no voy a escoger a otro entrenador que haya salido de otros clubes. Cuando ha salido de un sitio, es que no valió. '¡Eche usted a Muñoz!', me dicen. Otros quieren que se quede. ¿Quién garantiza de antemano una victoria?”.

Así era Don Santiago Bernabéu. Genio, figura, personal e intransferible. Un genio de los despachos. Un pionero, un ideólogo y un impulsor del gran fútbol que décadas después se ha convertido en el rey de la industria del ocio. Desde un Lugar de La Mancha, irrumpió el mejor presidente de la historia del fútbol…