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VALENCIA 1 - ATLÉTICO 3

Torres y el Atleti no se rinden

Gran victoria en Mestalla que permite seguir en la pelea por la Liga. Griezmann hizo el 0-1, El Niño saltó del banquillo para rescatar a su equipo tras el empate de Cheryshev y Carrasco sentenció.

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Torres y el Atleti no se rinden
LALIGA

En el minuto 61, el cambio del Cholo fue un grito a Neville y al Barça. El Atlético iba a por este partido. El Atlético no va a dejar escapar la Liga, por muy lejos y difícil que ésta se ponga. Y lo hace valiente, con coraje y corazón, como dice su himno. El grito fue un cambio: sacar del campo a Kranevitter y meter a Torres para juntarle con Griezmann y Vietto. Cinco minutos después Carrasco le ponía al equipo velocidad de crucero y 24 más tarde, el Atleti había sentenciado el partido.

Y mucha culpa, o casi toda, la tiene Torres. Aquel de quien se dudó que llegaría a los cien con la rojiblanca ya suma 102. El 100 fue el lazo del partido ante el Eibar, el 101 la victoria en Getafe y el 102, ayer, el comienzo de la victoria. Porque salió El Niño y al rato Siqueira, un amigo, le hacía un córner que Koke botaba, Giménez prolongaba y marcaba el propio Torres. Justicia divina. Para él y su equipo. El marcador volvía a reflejar todo el dominio del Atlético sobre el Valencia en el césped.

Y si el Atleti hizo suyo Mestalla fue por un jugador que se llama Griezmann al que podrían decir, perfectamente, Dios. Ayer, al menos, como tal se comportó: todo lo que hizo fue de diez. O de doce. O de cien. Goleó y asistió poniéndole picante a cada balón que tocó. El primer gol del partido fue suyo. Koke le robó un balón a Fuego y buscó al francés que, como los goles se le vuelven a caer de los bolsillos, disparó con la izquierda desde fuera del área para batir a Alves. Minuto 23 y el Atleti ya ganaba por él y por otro chaval argentino que debutaba en Liga y no pudo hacerlo más perfecto. Fue Kranevitter, que robó, recuperó y distribuyó siempre fácil. En 20’ y con su 1,79 de estatura se había comido solo a Fuego, Enzo Pérez y Andre Gomes. Ninguno de los tres espabiló tras el gol de Griezmann, pero sí lo hicieron Cheryshev y Alcácer y con eso a Neville le bastó un rato.

El primero logró hacerle a Oblak el gol número 12 en la Liga con una volea imparable, después de que el segundo se inventara una dejada imposible que desnudó la principal carencia atlética: Godín, que no estaba. Una gastroenteritis lo había tumbado y Simeone hubo un rato que lo echó terriblemente de menos. Fue aquí, cuando el Valencia creció sobre las genialidades de Alcácer y su conexión con Cheryshev y el partido entró en un punto loco. Los dos equipos corrían, se buscaban. Atacaba uno, respondía el otro. Sin pausa, sin respiro, hasta el 45’.

El descanso sentó mejor al Atlético que salió como en la primera parte, dueño y señor. El Valencia debió quedarse en la caseta, como Enzo Pérez, a quien Neville se dejó allí, a ver si con los cuatro centímetros que Danilo le sacaba a Krane lograba hacerse con el centro del campo. Pero nada. Su experimento fue como agitar una botella de gaseosa vacía. Lo más reseñable de su equipo en la segunda parte fue una patada Chun-Li de Siqueira que rasgó la camiseta de Vietto por la espalda, como una cuchillada. El argentino, por cierto, ni se enteró: los buenos guerreros llevan la cuenta de las grandes noches por las cicatrices de su piel y Vietto pudo grabar su nombre en ésta apenas dos minutos después, con un volea que Alves detuvo en un salto de gato.

Era el 60’. Un minuto después entrarían Torres y Carrasco y el resto está escrito. Uno hizo el 1-2 y el otro, el 1-3 mientras Neville se perdía en un vodevil. El técnico pensaba sacar a Negredo, pero expulsaron a Santos y eligió a Abdennour. La grada habló o, más bien, pitó para pedir a Negredo. Y Neville deshojó la margarita: Negredo sí, Negredo no..., mientras Negredo miraba estupefacto, sin saber si quitarse el chándal o volver al banco. Al final, mandó Mestalla: Negredo dentro, Abdennour fuera. De traca. Pero eso es ahora el Valencia, un equipo que hace no tanto peleaba por lo mismo que el Atleti.