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NÁPOLES 1 - VILLARREAL 1

Pina silencia San Paolo

Su centrochut envenenado en el 59’ iguala un partido muy cuesta arriba para el Submarino, tras el golazo de Hamsik y la paradas de Reina, y mete a su equipo en octavos.

Actualizado a
Pina silencia San Paolo

Tres años después de caminar por Segunda, ya se puede decir sin temor a la equivocación que el Villarreal ha recuperado la grandeza en la Liga y en Europa. Confirmada su brillante campaña en España, donde sigue fuerte como cuarto, ahora ha corroborado en la Europa League que tiene intacta su hambre de grandeza. Tumbó al Nápoles con mucho sufrimiento, tras perdonar la sentencia, viendo cómo Hamsik igualaba la eliminatoria demasiado pronto y con un atasco considerable en ataque. Un golazo de Pina, con suerte en su centrochut, tumbó a su rival en el 59’, dio un empate que suponía una victoria y metía al Submarino en octavos. Su padre, destinatario de la celebración, estará orgulloso allá arriba.

El Villarreal tuvo el partido y la eliminatoria en el primer cuarto de hora. Saltó seguro de sí mismo, con la pierna fuerte, sin intimidarle el escenario y con el Nápoles demasiado tímido. Sabía que otro gol amarillo sería decisivo. Y lo tuvo Bakambu, que hizo de Salinas. Falló el mano a mano ante Reina tras un pase al espacio de Soldado. El portero del Nápoles, tremendo, sacó una mano prodigiosa, aunque es justo decir que el congoleño no está en su mejor momento ni es su especialidad eso de definir. No marca desde el 10 de enero. La jugada fue decisiva, pero sobre todo para el despertar napolitano. Sólo tres minutos después, tras desplegarse ya con más acierto en ataque, encontró el gol que igualada la eliminatoria. Lo hizo Hamsik, aprovechando un mal despeje de Víctor Ruiz. El mediocentro sacó una volea maravillosa que Areola vio más tarde que el resto. Era su cuarto gol al Villarreal en cinco enfrentamientos. Desde ahí y hasta el descanso, si alguien mereció más fue el Nápoles. Insigne de volea (30’), Chiriche de cabeza (41’) y Mertens (45’) tuvieron ocasiones, pero la mejor de todas la firmó Musacchio, con un disparo a su propio palo al intentar cortar un buen centro.

Pese al mal trago, Marcelino hasta sonreía en la banda. Bien porque hay que disfrutar de este momento, bien porque ya estaba diseñando la esperanzadora segunda mitad. Lo cierto es que el Villarreal reapareció de la caseta más agresivo, aunque con el mismo acierto: Reina volvió a evitar el gol al cortar un buen centro de Rukavina con el que ya se relamía Bakambu. A esas horas, al Nápoles, en plena lucha por el Scudetto, le empezó a dar vértigo la prórroga mientras que el Villarreal le parecía el mejor de los divertimentos. Hasta que Pina marcó el empate y decidió que el partido se decidiría en el tiempo reglamentario. El mediocentro, fuera del once de gala desde hace tiempo, desató la alegría.

La media hora restante fue un ejercicio frustrante del Nápoles por hacer dos goles (qué paradones de Areola) y un regalo, pese a sufrir y recular demasiado, para un enrachado Villarreal. Un modesto que de la mano de Marcelino vuelve a brillar.