NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

DANIEL SÁNCHEZ ARÉVALO

“Zidane va a ser un entrenador importante. Aportó clase”

Daniel Sánchez Arévalo compone en sus películas retratos sociales, llenos de humor, ternura e intuición. Llega a Las Estaciones de Juan todo un madridista clásico.

Actualizado a
“Zidane va a ser un entrenador importante. Aportó clase”
AStv

—¿Zidane es el mejor actor para el banquillo del Madrid?

—Le admiro tanto como jugador que estoy convencido de que va a ser un entrenador importante. Aportó clase y señorío. Lo que me llama la atención es la poca paciencia que tiene la gente. Enseguida queremos resultados. Zidane acaba de llegar. Ha heredado un equipo cuyo diseño no es suyo y que estaba jugando con un sistema táctico diferente. Hay que darle tiempo. A mí me encanta Zidane y siempre hemos sabido que acabaría entrenando al Real Madrid, pero el curso de los acontecimientos se ha precipitado y casi parece una trampa.

—Ese estado de ansiedad parece que es lo natural en el Madrid.

—En la sociedad pasa igual. Todo el mundo quiere todo inmediatamente. Pasa también cuando estrenamos una película o una serie de televisión que, o tienes resultados inmediatos, o te quitan de la parrilla. En este país no dejan que las cosas se vayan cocinando a fuego lento.

—¿Y cree que eso mismo le pasó a Benítez?

—Diría que hubo algo de precipitación. Si has confiado en un entrenador lo suyo hubiera sido esperar a ver qué pasa. Lo que ocurre es que dentro del Real Madrid hay un nivel de presión ingobernable e insoportable. Además está el papel de los futbolistas, con mucho peso en ese vestuario y poca empatía con Benítez.

—¿Se puede equiparar el peso de grandes estrellas de fútbol en un vestuario con el poder de grandes actores en un plató?

—Absolutamente. La gran tarea de un director de cine no es sólo sacar el talento que tiene cada uno sino saber crear equipo, un ambiente en el que los egos se queden en casa y jugar todos a una. Lidiar con todo ese universo es conseguir que todo el mundo se sienta querido y que tenga su sitio. Hace falta mucha psicología y por eso yo creo que de repente alguien como Zidane puede ser muy beneficioso para el Madrid.

—De todas formas es difícil de entender partidos como el de Granada.

—¿Por qué no? Eso también es fútbol, que un equipo infinitamente menor te ponga contra las cuerdas. A mí me gusta. Es la sorpresa del fútbol. Mire lo que está pasando con el Leicester en la Premier.

—Ya, pero es como si usted cuenta con un presupuesto fabuloso con grandísimos actores y le sale un petardo de película.

—Pues sí, es un buen símil. Es verdad que luego hay películas hechas con cuatro duros que te llegan al corazón y te emocionan. Suele pasar hasta en Hollywood.

—¿Por qué pasa eso?

—En el cine hay una cosa fundamental: la historia que estás contando, el guión. Con un buen guión tienes que hacerlo muy mal para estropear una película.

—El guionista es el auténtico mediocentro...

—Los goles los meten los actores que son los delanteros, pero el centro del campo es de los guionistas. Y la defensa la forma el productor que es el que tiene que proteger todo para que el proyecto sea posible.

—Sin embargo en los últimos años da la sensación de que todo ese proceso lo gestiona mejor el Barça que el Madrid.

—Estando al mismo nivel, la diferencia la marcan las personas que están detrás de los proyectos. Fue el caso de Guardiola en el Barça. No solamente es tener a Messi y a Iniesta sino que se trata de saber cuidarles, colocarles y llevarles de la mano para sacarles lo mejor. Guardiola acabó configurando probablemente uno de los mejores equipos de fútbol de la historia. Reconozco que me sale urticaria diciéndolo porque soy madridista, pero es obvio. También por ejemplo a Luis Enrique le han dado tiempo hasta que se ha estabilizado.

—Las urgencias para el Barça deberían ser las mismas. ¿El Madrid es más impaciente?

—Eso es un tema delicado. No sé si es una cuestión exactamente de paciencia. Por ejemplo, a mí una cosa que me llamó mucho la atención fue en su día la destitución de Del Bosque. No lo entendí igual que tampoco comprendí que Ancelotti no siguiera en el Madrid. A Del Bosque me dio la sensación de que le echaron porque no era glamuroso, no encajaba con unos estándares que el Madrid exige. Quizá a Ancelotti le pasó lo mismo y eso que era excelente a la hora de gestionar un vestuario tan complicado.

—¿Y cómo gestiona usted el ego de sus estrellas?

—Pues mire: yo soy amigo íntimo, casi familia de actores como Antonio de la Torre, Quim Gutiérrez o Raúl Arévalo y nos divertimos y estamos siempre al mismo nivel. Pero cuando vamos a rodar si soy el director el que manda soy yo. Eso es así. Y alguna vez hemos tenido algún roce y siempre tienes que mantener la autoridad. Eso al final lo tenemos muy interiorizado y por ello no hay conflicto.

—Hablando de conflictos, Guardiola y Mourinho actuaban como si tuvieran grandes guionistas argumentando sus enfrentamientos.

—Ha sido una rivalidad muy intensa. Nunca he sido fan de Mourinho. Por las formas. También sospecho que Guardiola debe tener un lado oscuro muy chungo que se empeña mucho en tapar y cuanto más te empeñas en tapar algo probablemente peor es lo que hay dentro. Pero a mí las formas de Mourinho no me gustaban. Ese rollo chulesco que se impuso en el Madrid, yo no puedo con eso. Me gustan los caballeros como Butragueño, Raúl, Casillas, gente que enarbola el espíritu del madridismo desde un sitio más elegante.

—¿Por qué utilizó la final del Mundial para su película ‘La gran familia española’?

—Nosotros ganamos el Mundial porque un grupo de chavales de la mano primero de Luis y luego de Vicente formaron una suma de talentos en busca de un objetivo común que acabaron consiguiendo. En la película era una familia que tenía sus problemas, sus rencillas, pero que al final tenían que unirse para hacer realidad el sueño del padre. Me pareció metafórico, porque la final hizo realidad el sueño de todo un país y provocó un momento muy bueno, de catarsis colectiva. Se respiraba en la calle una sensación de unidad como no ha ocurrido nunca, ni siquiera cuando murió Franco. Me quedé muy enganchado con esa sensación.

—¿Y si hubiera palmado España habría utilizado la final como parte de la trama?

—Buena pregunta. Seguramente no. Me hubiera buscado otro momento. Porque esa derrota habría tenido también algún tipo de repercusión en la familia.

—La película le unió de alguna manera con Casillas.

—Hicimos una presentación de la película para la Selección española en un momento en el que Iker lo estaba pasando bastante mal. Era la época de Mourinho y estaba muy cuestionado, lo estaba pasando fatal y yo recuerdo que, cuando hice la presentación, primero hablé de Vicente del Bosque con el que me sentía muy identificado, y luego le dediqué a Iker la proyección dándole las gracias por todo lo que había significado en mi vida, como madridista y como persona. El tío se quedó flipado, me pidió el teléfono y desde entonces tenemos una relación vía whatsApp.

—¿Ahora cree que se ha descuidado el reconocimiento a la Selección?

—Cuando la Selección española fue al Mundial de Brasil y no le salieron las cosas, la gente se empezó a echar encima. No lo entiendo. Esta generación de futbolistas tiene bola al menos para los próximos veinte años, porque ya nos han hecho felices. La poca memoria que tenemos es asombrosa. Por ejemplo lo que ha significado Iker para el Madrid y que a las primeras de cambio la gente empezara a señalarle con el dedo y a pitarle fue una cosa incomprensible.

—En el fútbol no se suele acertar con el adiós de las estrellas.

—Es una cuestión de respeto. Desde muy pequeño a mí me han enseñado a respetar a mis mayores, a la gente que te ha enseñado a vivir. Yo he aprendido a amar el fútbol con Santillana, Butragueño, Iker o Raúl, que además de ser unos increíbles jugadores encarnaban unos valores que yo abrazo. Habría que retirar al menos su camiseta como hacen en América. Por eso me parece buena la llegada de Zidane, como si llegara Raúl de entrenador.

—Usted, centrado hace años en el cine, cuando se puso a escribir una novela de seiscientas páginas le debió resultar un cambio abismal.

—Es una liberación porque trabajar en equipo no es fácil. Estar escribiendo una novela solo en tu casa para mí ha sido necesario y liberador. Necesitaba ese respiro para luego volver al fragor de la batalla.

—¿Necesitaba también cierta disciplina?

—Lo que he necesitado es procurarme un espacio largo de tiempo. Cuando decido escribir la novela, me libero de toda responsabilidad y compromiso durante dos años. Ahí es donde entra la disciplina, porque yo soy muy caótico y necesito saber que tengo todo el día por delante para escribir. También requiere grandes dosis de soledad.

—Alúmbrenos como finalista del Planeta: ¿podemos sacudirnos la sospecha de que los grandes premios están amañados?

—En mi caso se la puede sacudir todo lo que quiera y perdone la expresión. Terminé la novela y me di cuenta de que el plazo del Planeta estaba abierto y dije voy a probar. La metí en un sobre, fui a correos y la mandé con seudónimo. Y sonó la flauta.

—¿Qué le pareció la gala de los Goya?

—Creo que la gala fue bastante desastrosa. Me pareció que estaba casi todo mal. No me gustó la realización, el decorado, el vestuario. Había algo que me pareció antiguo y que no representa lo que somos. Estuvo por debajo del nivel de nuestro cine. Dani Rovira me pareció maravilloso, pero hay una serie de cosas que si yo hubiera sido director de la gala hubiera atajado.

—¿Cree que este año verá la película de la Undécima?

—Lo veo perfectamente factible. Más difícil es que ganemos la Liga.