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366 Historias del fútbol mundial | 13 de febrero

Aquel fatal gol de Katalinski en Fráncfort (1974)

Actualizado a
Aquel fatal gol de Katalinski
en Fráncfort (1974)

Estamos en plena época de Kubala como seleccionador. El que fuera genial jugador húngaro había cogido la selección tras el fracaso de esta para clasificarse para el Mundial de México de  1970, y había mostrado una gran capacidad para generar entusiasmo. Sin embargo, tras unos  buenos resultados en amistosos (bonita victoria sobre Alemania en Sevilla y más bonita aún sobre  Italia en Cagliari), fracasó en el primer compromiso oficial, la Eurocopa de 1972. Nos tocó  eliminarnos contra la URSS, y perdimos allí por un gol (era la primera vez que España jugaba en  Moscú) y empatamos a la vuelta en Sevilla. Fue una decepción. Kubala habló entonces del  «pecado latino», consistente en presentar primero a nuestro equipo como un monstruo de dos  cabezas y cuatro colas antes del partido, y luego echarlo por tierra si no ganaba. Y tenía razón.

El siguiente desafío es clasificarnos para el Mundial de 1974 en Alemania. El grupo nos enfrenta a Grecia y Yugoslavia, por sistema de liguilla entre las tres. España tiene buenos jugadores por  esos tiempos: Iribar, Sol, Benito, Gallego, Pirri, Asensi, Amancio, Gárate, Valdez… Hay cierta  confianza, pero el grupo se tuerce desde el primer partido, cuando Yugoslavia nos empata (2-2)  en Las Palmas, lo que nos va a obligar a ir cuesta arriba. Luego todo se arregla: ganamos los  dos partidos a Grecia y empatamos en la visita a Yugoslavia. Queda pendiente la visita de  Yugoslavia a Grecia. Si pierden, empatan o ganan por un gol, pasamos. Si ganan por dos, habrá que desempatar con los yugoslavos. Si ganan por más de dos, pasan ellos por diferencia de  goles. El partido se televisa en directo para España, a la hora de comer, y ganan los yugoslavos, entre sospechas de tongo. Grecia no se jugaba nada y su portero (el partido acaba 2-4) no estuvo lucido.

El caso es que hay que ir a un desempate, a partido único, en Fráncfort. La expectación es bárbara. España no ha ido al Mundial anterior y desespera la idea de fallar por segunda vez.  Antes de viajar a Fráncfort se juega un partido amistoso contra el Atlético, en el Manzanares, y  para darle más verosimilitud al ensayo el Atlético viste de azul. España viaja a Fráncfort cargada de esperanza. Miles de emigrantes (entonces nosotros buscábamos trabajo fuera, en lugar de  dar trabajo a los de fuera, como ahora) acuden al partido. España juega con Iribar; Sol, Benito, Jesús Martínez, Uría; Juan Carlos, Claramunt, Asensi; Amancio, Gárate y Valdez. El partido se tuerce pronto: en el minuto 13 (¡también es día 13, mecachis!), Yugoslavia lanza una falta desde la derecha de su ataque. El balón cruza por alto el área española y en el pico del área chica del segundo palo salta Katalinski, que gana a Benito, y cabecea a placer. Iribar rechaza el balón como puede, con la desgracia de que le vuelve a Katalinski, que remata con el pie, con Iribar  aún en el suelo. De ahí en adelante, el partido se pone cuesta arriba. España no puede arañar  el muro yugoslavo. En el minuto 73 entraron Marcial y Quini por Juan Carlos y Amancio. En ese mismo minuto es expulsado Miljanic, seleccionador yugoslavo, que pronto será entrenador del  Madrid. Pero nada mejoró. Katalinski, el potente líbero del Željezničar de Sarajevo, ha resuelto el partido con su única incorporación al ataque. Nos quedamos sin Mundial, y con un nuevo  nombre en nuestra leyenda negra: Katalinski.