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VILLARREAL 0 - BETIS 0

El Betis de Merino renace y el Villarreal se habitúa al atasco

El empate frustra al equipo de Marcelino por su falta de pegada y hace recuperar la ilusión al Betis por su gran reacción tras el derbi. Petros y N'Diaye frenaron a la máquina amarilla.

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El Betis de Merino renace y el Villarreal se habitúa al atasco

Un punto y dos lecturas opuestas para Villarreal y Betis. Para uno supone la frustración y para el otro el renacimiento. El equipo de Marcelino, terco y voluntarioso, dio continuidad al atasco propiciado en la Copa. Sigue cuarto con una buena ventaja respecto a los perseguidores pero, más allá de tropezar tras seis victorias seguidas en Liga, comienza a pensar que juega peor de lo que le va la vida. Ya es una obsesión que debe mejorar con balón. El conjunto de Merino, por su parte, olvida sus males por Sevilla (en su campo o en el del enemigo), recupera la ilusión, reaviva la fe y vuelve a casa con la seguridad de que hay un lema que sigue vigente: si se quiere, se puede. Jugando así, llegue Juande o siga este proyecto interino en pie, el sonrojo habrá acabado.

Pese al descanso de los titulares, al Villarreal le costó desplegarse desde el inicio. El Betis más serio que se recuerda esta temporada le superó en el primer tiempo. Sobre todo porque al menos tenía las ideas claras. Se juntó bien en defensa para no dar espacios a Bruno ni metros a Bakambu, y se asoció bien ataque, alargando mucho a su rival y comprometiendo mucho a sus centrales. El único error grave lo cometió nada más empezar, en el 2’. Cuando Trigueros filtró un pase con algo de suerte a Soldado y éste estrelló su remate mordido en el palo. Rubén contestó diez minutos después tras un fallo grave en la cesión de Víctor Ruiz, que midió mal al jugarla y no despejar y casi lo paga. Areola, portero con gran futuro en la selección francesa, le echó una mano. Las ocasiones sólo sirvieron como aviso, aunque hubo más. Bakambu y Fabián tuvieron otras dos buenas oportunidades después, pero fue justo que el refresco llegara con la igualada. Por empatar, Villarreal y Betis empataron hasta en penaltis reclamados. Uno a Rubén, por derribo, y otro de Vargas, por mano.

El Villarreal llevaba seis partidos consecutivos ganando y el Betis el mismo número de ellos sin vencer. Aun así, el más necesitado esta vez parecía el equipo de Marcelino, al que los resultados de los perseguidores y las exigencias de la grada le instaban a apretar. El Betis no se agobió tras el descanso. Siguió el mismo plan. Mostró personalidad y descaro. N'Diaye, tapón y desatascador, más que nadie. Fue un equipo sabedor de que peor que en el derbi es imposible jugar. Pareció aliviado. Quizá por no ir vestido de verdiblanco por un día con la que le está cayendo. Por eso, Kadir tuvo la mejor ocasión para dar la victoria a su equipo. El Villarreal, mientras, siguió dudando si ir a la presión o replegarse para luego galopar. N’Diaye y Petros seguían empequeñeciendo a Bruno y Trigueros como pocos han hecho. Adrián Marín, lateral y a trompicones, tuvo la mejor oportunidad de dar al Villarreal lo que no merecía. Un equipo que al menos ha aprendido que cuando no se puede ganar, no es mala estrategia no perder: octavo partido sin encajar gol.