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RAYO 0 - ATLÉTICO 2

El banquillo puso el final feliz

Los cambios del Cholo fueron decisivos. Marcaron Correa y Griezmann en el 88' y el 90'. De nuevo, brilló Thomas. Yoel fue el mejor del Rayo. El Atleti acaba 2015 colíder.

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El banquillo puso el final feliz

Contra la esencia no se puede luchar. Eso es así. Y al Atlético, de nunca, le gustó lo fácil. Y al final se llevará a la chica, pero antes matará dragones, y a un ejército de 300, y atravesará desiertos, y romperá maldiciones o cualquier tipo de cosa que pueda entrar en el género de la tragedia. Y parecerá que no pero al final sí. Siempre sí. Es lo que hay desde que llegó Simeone. Porque sin gol (evidente) o a la pata coja, lo cierto es que, de momento, a su equipo le vale: el Atlético termina 2015 colíder. Eso sí, sus partidos mejor verlos con un desfibrilador al lado. O dos.

Porque el de Vallecas ayer conjugó dos finales ya vividos por los rojiblancos esta temporada. El de Eibar y el del Sporting. O sea, banquillo y goles en el último suspiro. Ayer fueron en el 88’ y 90’ exactamente. Dos minutos para arreglar un partido abocado al empate (y a la lluvia, tras la derrota en Málaga). El del 88’ tuvo dos protagonistas y los dos habían salido del banquillo: Thomas y Correa. Movió el primero, tiró la pared con Saúl y filtró un pase al segundo, que batió a Yoel pegándole con la derecha y una definición perfecta. La jugada del canterano fue pura potencia. Crece partido a partido Thomas. Pide más minutos. Se los gana. Que los refuerzos invernales no le sienten, por favor.

Y no le había dado tiempo al Cholo de terminar de celebrar ese gol cuando llegó el segundo, minuto y medio después. Esta vez sería Griezmann (sacrificadísimo de nuevo más en defender que en buscar portería) con una vaselina preciosa tras pase milimétrico de Jackson, quien, por cierto, ayer volvía para ser el tercer hombre que salió desde el banco.

Correa, Thomas y Jackson fabricaron o marcaron los goles que los 87 minutos restantes se le resistieron al Atlético en Vallecas. Y eso que lo merecieron los rojiblancos. Sobre todo en la primera parte. Porque el partido comenzó mejor para el Cholo que para Paco, que perdía a Amaya en el calentamiento. Era su octava baja. Pero lo que para cualquier otro que no se llame Paco Jémez sería un drama, al técnico del Rayo no le varió un ápice el plan. Puso a Dorado por Amaya y a jugar, con tres defensas, cinco centrocampistas y Manucho y Javi Guerra arriba. Un valiente. Pero no sorprende. La épica es también su esencia.

El Atleti mandó en los primeros 45 minutos sobre el campo (aunque ni Koke ni Óliver ayer anduvieran finos) pero no en el marcador. Tuvieron los rojiblancos tres ocasiones clarísimas, pero dos las cruzó demasiado Carrasco y la tercera la paró Yoel: y fue a Torres. Y lo hizo bien todo El Niño. La controló, se la colocó con la cabeza y remató con intención, pero el portero del Rayo hizo su primera gran parada de la noche. Pudo ser ese-maldito-gol-sin-número. Pero, por desgracia, otra vez no.

Mientras, el Rayo y Jémez andaban a lo suyo, esperando a que al Atlético se le agotara la pila y disminuyera la presión. Por eso en los primeros 45 minutos sólo intentó un remate (Guerra, a las manos de Oblak), pero cuando salió de la caseta era otro. Como el Atlético, ahora dibujado en un 4-4-2 que le empeoró. Y cuando Simeone quiso darse cuenta, el Rayo tenía el balón, las ocasiones (dos, una Guerra y otra Lass, de volea, que, cómo no, detuvo Oblak) y el control. Al Cholo le quedaba la cabeza de Godín (remató tres veces, una falta y dos córners, pero dos se toparon con las manos de Yoel y otro con la madera) y el banquillo. Así que entró Correa por Óliver, Thomas por Torres y Jackson por Carrasco. Uno puso revoluciones, otro potencia y el tercero técnica. Entre los tres fabricaron los goles y los dos minutos de final feliz. Porque al Atlético le faltará gol pero le sobra armario. Miren la tabla. Ahí está, colíder. Pueden dejar a un lado los desfibriladores esta noche. Feliz año.