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Miguel Ángel Portugal: “El mundo necesita respeto”

Es un hombre tranquilo e integrado en una ciudad que ya conocía. Se ha ganado el respeto de la afición sin levantar la voz y ahora apura sus días de descanso.

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Miguel Ángel Portugal: “El mundo necesita respeto”

—El fútbol está de vacaciones, ¿logra usted desconectar totalmente?

—No, procuro descansar, pero no se puede desconectar del todo porque siempre estás pensando en lo que viene. Evidentemente, el estar con la familia te relaja y te hace pensar en otras cosas, pero el fútbol y los nuevos objetivos siempre están ahí.

—¿Le gusta vivir las navidades intensamente con todo lo que eso conlleva?

—Sí, procuro hacerlo. Es de las pocas veces que podemos estar toda la familia junta. Son unas fechas que a mí me gusta disfrutar a tope. También es verdad que siempre te falta alguien en estos días y que también hay un componente de nostalgia; pero sí, me gusta disfrutar de todo lo que te ofrecen estas fechas.

—Al margen de las familiares, ¿hay alguna cita que no perdone en estas fechas?

—Este año he fallado a la cena de veteranos del Real Madrid, pero he estado en la del Valladolid y me queda la del Córboda. Como he jugado en varios equipos, me gusta mucho reunirme con los antiguos compañeros, se pasa bien y procuro estar porque han sido compañeros y compartimos muchas experiencias juntos. Es divertido.

—¿Sigue jugando usted algo al fútbol?

—No, al fútbol no, pero hago algo de pádel y me gusta mucho salir con la bici. Es un deporte que nos va bien. Hemos sido deportistas y hemos acostumbrado a tener el corazón con muchas pulsaciones, no debemos dejar que se nos atrofie; pero ya sin grandes pretensiones, es una cuestión de salud. Al fútbol ya no juego nada.

—¿Se cuidaba usted mucho en su época de jugador cuando llegaban estos días?

—Sí, procuraba cuidarme, aunque esto no quiere decir que no probara el turrón. Tengo que reconocer que nunca he tenido problemas de peso, que es el mayor peligro en este tipo de vacaciones. Tampoco soy muy de comer, no tengo ese pecado. Me gusta, pero no abuso.

—Llegan estas navidades en un momento muy crispado, con el mundo envuelto en muchos y serios problemas, ¿qué opinión le merece el escenario en el que estamos viviendo en la actualidad?

—Los fanatismos han existido siempre, son de toda la vida. Siempre ha habido esa divergencia, aunque es verdad que ahora mismo está muy acentuada. Los humanos tenemos que responsabilizarnos y buscar la vía por donde avanzar en la búsqueda de una concordia que haga que todos estos fanatismos desaparezcan. Es muy difícil, porque mientras uno no quiera, será muy complicado de conseguir; pero es el sueño que debemos tener en la cabeza. Debemos aprender a respetarnos, da igual tus creencias, debes respetar al que tenga unas distintas.

—Su hijo es militar y ha estado destinado en lugares de conflicto. Tiene por tanto más posibilidad de ver estos problemas con más cercanía, ¿cuál es el relato que más le ha impactado?

—Bueno, son conversaciones privadas que tienen que ver con su profesión y yo debo ser cauto en contarlas. Lo que sí que es verdad es que los dos tenemos el mismo objetivo: lograr la paz entre todos los pueblos y el deseo de que los que gobiernan se entiendan y lleguen a acuerdos definitivos. Por eso, yo creo que suspiramos todos. Cuando ves fanatismos tan marcados, que son capaces de ofrecer la vida simplemente para que su ideal se cumpla, te das cuenta de que el mundo camina hacia un lugar peligroso. Hay que pararlo porque de no hacerlo caminaremos hacia una situación cada vez más seria.

—El fútbol ha tenido siempre algo de incidencia en estos grandes conflictos, ¿qué puede hacer usted desde su posición para ayudar a cambiar todo esto?

—El fútbol ha sido siempre un vínculo de paz allá donde ha ido. Es un lenguaje universal que todo el mundo entiende. A mí me gustaría que en todos estos sitios conflictivos, el fútbol hiciera algo más. Me consta que se está intentando, pero siempre se puede hacer más. Tenemos en nuestras manos una herramienta para generar buenas intenciones y estamos obligados a utilizarla en la medida que podamos.

—Se dice que en la nueva política, el empate es el mejor resultado ¿Cree que nuestros gobernantes lograrán entenderse en este nuevo escenario que estamos viviendo?

—Yo creo que los políticos tienen dos caras: la que ofrecen al público y la interna. Yo creo en la segunda. Estoy seguro de que son conciliadores, lo que pasa es que de cara a sus seguidores ofrecen una imagen distinta, de hablar mal de su rival político y esas cosas. Son gestos que forman parte del juego, pero en el fondo son personas que buscan el acuerdo y que están condenados a entenderse en un montón de cosas.

—Esta pasada campaña electoral, la cara la puso Rajoy, que fue el que se llevó un puñetazo. Ustedes también son personas públicas y, por lo tanto, son susceptibles de pasar por un trago como ese. ¿Qué opinión le merece esto?

—Creo que hemos evolucionado mucho en este tipo de cosas. Es despreciable el chaval que golpea a Rajoy o a cualquier persona pública. En eso estamos todos de acuerdo. Las personas que, de alguna manera, estamos cara al público, estamos expuestos a que te ocurra una cosa así, que además no es nada previsible. A veces ocurre algo que se salta totalmente las normas y lo único que podemos hacer es condenarlo, pero repito, que hemos evolucionado mucho en la sociedad con estos temas y es difícil que pase.

—En esta segunda etapa en Valladolid ya le ha dado tiempo a volver a tomar el pulso a la ciudad, ¿qué es lo que más le ha sorprendido?

—Sobre todo, lo bien que está cuidada. En los últimos 25 años había venido alguna vez, pero de paso, de visita rápida. Ahora la encuentro limpia, con un centro histórico muy bien cuidado y con una iluminación fantástica, da gusto pasear. Es una ciudad moderna, donde se vive muy bien, esa es la verdad. Estoy perfectamente integrado, vivo en el centro y estoy encantado.

—La gente le ha tratado bien, no se si se puede decir lo mismo de los árbitros y los comités. Ha habido de todo, expulsiones injustas, decisiones poco comprensibles, cuestiones muy discutibles casi todas las semanas...

—Creo que no hay nada detrás de estas decisiones, simplemente se han dado estas circunstancias seguidas. Nosotros estamos en este mundo y tenemos que saber respetar las decisiones. Esperemos que en los próximos partidos no pasa nada de esto, pero lo que sí que me gustaría es que también a mí se me respete. No hice nada para ser sancionado, menos mal que Apelación nos dio la razón, porque la sanción hubiera sido injusta.

—¿Ha tenido tiempo, con todo lo que ha pasado en el día a día del equipo, para seguir manteniendo vivo el sueño del ascenso a Primera División con el Valladolid?

—Nosotros vivimos del día a día, de ganar el partido siguiente. De cualquier forma, mi sueño sigue fijado en llevar al Valladolid donde debe de estar. No sé cuando, pero yo quiero estar en ese proyecto y con esa idea trabajo todos los días.

—¿La carta de este año es para los Reyes Magos o para Braulio Vázquez?

—Para los Reyes, mi familia se merece que lleguen con los regalos que sean oportunos. Y también una carta al mundo para que haya paz, respeto por el que tienes al lado. Necesitamos la concordia para vivir. En otro orden de cosas, Braulio conoce perfectamente su trabajo y estoy seguro de hará bien lo que tenga que hacer durante este mercado invernal, estoy tranquilo en este aspecto.

—¿Qué mensaje quiere mandar a la afición blanquivioleta en estas fechas tan señaladas?

—Insisto, pido concordia y respeto a la vida. Son estas las cosas que nos hacen más felices. Deseo lo mejor a los que vienen al campo y a los que nos siguen. Soy consciente de que hay mucha gente que vive el Valladolid y estoy seguro de que no les defraudaremos.