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BETIS 0 - SEVILLA 0

Un Betis caparrosiano

Empate sin goles en un derbi muy típico: poco fútbol, menos goles (Gameiro erró dos manos a mano), pero mucho colorido y mayor tensión.

Actualizado a
Un Betis caparrosiano

Un Betis caparrosiano, un Sevilla conservador. Un Betis que suma seis partidos ligueros sin vencer en Heliópolis, un Sevilla que mantiene su virginidad fuera de casa, donde no ha ganado aún esta campaña. Quizá no se pueda hablar de igualada ‘a los puntos’, porque los de Mel, conscientes de su inferioridad técnica y física, ni siquiera chutaron entre los tres palos rivales. Y el Sevilla tuvo más llegadas peligrosas, sobre todo dos manos a mano de Gameiro que salvó Adán. Pero el miedo puede demasiado y Emery tampoco tiró a rebato con decisión ni decisiones (cambios), así que no cabe hablar de injusticia. El primer derbi sevillano-round terminó en el más triste de los empates, el que luce sin goles. Pero seguramente todos, béticos y sevillistas, estén más felices que deprimidos.

No hubo exuberancia en los ataques, ni tampoco un dominio claro. Aburrido seguro para el espectador imparcial y también para el purista, al ése que no le gusten las tánganas, los corrillos y le dé exactamente igual el lo que rodea al césped. Volvió a cumplirse la máxima de que a este tipo de partidos suele faltarles fútbol, pero también la de que nunca defraudan en el ambiente ni la tensión.

Sólo dos futbolistas se salieron del guión. Son los partidos de esta enjundia los que confirman (Banega) o descubren (Ceballos) a los buenos futbolistas. Hiperrevolucionado, actor algunas veces, pero también intenso y creativo, la perla utrerana notó la escasez de una mayor compañía a la altura de su calidad. Joaquín acusó su poco entrenamiento de la semana y tal vez el haber salido de inicio en la izquierda, una posición en la que, sin ser extranjero, no suele jugar. El Betis amagó más que dio. Ni ocasiones claras, ni siquiera poner a prueba a Rico.

Magnífico el centrocampista argentino, como siempre, en la transición ofensiva. El Sevilla le faltaba continuidad, como casi siempre esta temporada fuera de casa, Pero Ever sacó de su chistera los pases de las dos mejores ocasiones en la primera parte, ambas sevillistas. En la segunda, casi llegando al descanso, no chutó a tiempo Konoplyanka, diestro diestrísimo al que le cuesta un mundo centrar y disparar con la izquierda a pesar de jugar en esa posición. Y la primera se la había detenido Adán a Gameiro, buen delantero al que fallar ocasiones como éstas le apartan de la condición de crack y, seguramente, de la selección francesa. Porque, nada más comenzar la segunda mitad, el 9 del Sevilla repitió la jugada. Sólo ante Adán y pum: muñecazo.

Ahí, prácticamente, se acabaron los grandes sobresaltos. Quedaron 40 minutos de saques de esquina, contemporización de un lado y otro, terror a perder, sobre todo por parte del Betis, que había caído en sus dos últimos derbis de casa, uno de ellos europeo y dolorosísimo penaltis incluidos. Casi con gusto firmaron el 0-0 y a pensar en la Liga, pero sobre todo en la Copa que llegará cuando tuerza el año, con su primer acto otra vez en el Villamarín. Y con la misma pasión infinita, que eso no se acaba en el derbi sevillano.