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HUESCA 3 - VILLARREAL 2

El Huesca da un máster sobre el balón parado al Villarreal

Anquela debuta a lo grande con goles de Luis Fernández y Machís de estrategia y Fran Mérida de penalti. El Submarino perdonó tras empatar dos veces (Nahuel y Bakambu).

Actualizado a
El Huesca da un máster sobre el balón parado al Villarreal

El Villarreal demostró en el primer tiempo lo que es ahora, salvo algunas pinceladas, y en el segundo lo que desea ser, exceptuando algunas desconexiones. Por eso fue en desventaja y sufrió desde el minuto dos y pudo maquillar la eliminatoria hasta hacerla buena más cerca del 90. El Huesca se le puso por delante hasta en tres ocasiones a balón parado por nuevos despistes defensivos del rival. Menos mal que Nahuel, por casualidad, y Bakambu, por calidad, evitaron un lío mayor en el debut de Anquela, que aunque no se sentó en el banquillo por sanción (ésta sí fue notificada y respetada) ya ha contagiado al equipo su grandeza.

Luis Fernández, como buen amante de ingeniería (aún es estudiante), demostró ante el Villarreal ser esa misma persona a la que define el diccionario para referirse a los de su gremio: aquel que discurre con ingenio las trazas y los modos de conseguir o ejecutar. Parece que se sabe la lección. Un fallo de la defensa amarilla le sirvió para hacer el 1-0 en la primera jugada digna de mención. La falta la botó Camacho desde la izquierda con su zurda de quilates. Ni Trigueros ni Bailly acertaron a despejar. Y el delantero (22 años, cedido por el Depor) mató sin avisar. El Huesca tardó sólo dos minutos en recordar al Villarreal que no está en su mejor momento, con tres derrotas en los últimos cuatro partidos. Más allá del recuerdo de los que no están, quedan las pocas soluciones que aportan los que siguen.

Fue un gol pero pudieron ser más. Porque Machís hizo daño siempre con sus llegadas, porque el goleador del partido pudo ampliar la renta con una gran falta y porque Jokic tuvo que lanzarse por los suelos para evitar el segundo. La otra portería se intuía más que verse. Miguelón (del Villarreal C) cumplió con fallos de colocación con tanto ímpetu en anticipar. Musacchio mantuvo mejor la compostura que Bailly en su regreso tras más de siete meses. Pero el centro del campo, por su zona central y extremidades, pasó inadvertido. Bruno descansa poco y debería descansar menos. Hasta que él salió faltó personalidad.

El Villarreal reapareció en el segundo al menos enfadado. Que no es poco. Presionó más arriba, fue más agresivo con balón e insistente por ambas bandas. Por eso encontró premio. Sin embargo, el empate se lo encontró. Un centrochut de Nahuel sorprendió a Whalley, que vio caer el balón sin saber que era una bala perdida. Entonces el Submarino creyó haber recuperado el mando, hasta que un penalti muy discutible entre Nahuel y Musacchio a Camacho devolvió a los de Marcelino a la realidad. En estos momentos todo se le tuerce. Fran Mérida no desaprovechó el regalo. Pese al disgusto, el Villarreal siguió empujando, con fe y el estilo que se le había olvidado. El mismo con el que encontró el empate tras un taconazo exquisito de Trigueros y una definición de matador de Bakambu, el goleador que andaba seco.

Con 2-2 y Bruno en el campo, el Villarreal tenía la eliminatoria donde quería. Pronto pudo hacer el 2-3 con un gran pase del capitán y una definición defectuosa de Nahuel. Pero otra falta sin peligro aparente y otro fallo en defensa le condenaron. De nuevo Camacho botó una falta con precisión y, tras una prolongación estudiada, Machís fusiló a Barbosa dando una victoria merecida. El Madrigal deberá empujar para evitar esta gran sorpresa. Pero al Villarreal le convendría también dejar de regalar porque ahora no tiene defensa.