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BORUSSIA 4 -SEVILLA 2

Deportación exprés del Sevilla

Dura eliminación en Gladbach con una jornada de antelación. Para ser tercero, el Sevilla necesita ganar a la Juve y que el Gladbach no lo haga ante el Manchester City.

Actualizado a
Deportación exprés del Sevilla
BEIN SPORT

El Sevilla firmó en Moenchengladbach su deportación exprés de la zona Champions. Un adiós triste. Con una jornada de antelación, de aire sombrío, distante de aquellos días de verano con el Sánchez Pizjuán encendido como pasarela de figuras. El partido ante la Juventus de la última jornada, que se imaginó mágico, será un martirio. Porque del Borussia Park llegaron las peores noticias. La derrota al filo de la humillación ante el Gladbach, muy rehabilitado en relación al espectro que se paseó por Sevilla en septiembre, le pone muy negro el tercer puesto que permitiría al Sevilla caer a la Europa League, la competición que le entiende. Necesita ganar a la Juventus y que el Gladbach no lo haga en Manchester para que su caída, al menos, tenga red.

Empezó el Sevilla tristón, como si se anticipase una derrota psicológica. Lejos del que impresionó el año pasado en el mismo escenario, el Borussia olisqueó esa debilidad y atacó. Combinó con comodidad y merodeó por los alrededores del área sin mucha oposición. Así llegó el gol, con un cambio de orientación de lado a lado. Xhaka, buen zurdo, disparó cruzado por si alguien pasaba por allí. La línea de cuatro del Sevilla decidió no moverse y Stindl, intuitivo, sí acertó la trayectoria del balón. Para cuando el Gladbach hizo el 1-0, Mandzukic había marcado en Turín. Todo mal. Todo en contra del Sevilla, que fue bombardeado (más de 20 disparos sobre Sergio Rico, evidente indicación técnica de Schubert para probar a Sergio Rico) por tierra, mar y aire. Krohn-Dehli, que apareció como solución para combatir el centro del campo renano, jugó con una lentitud exasperante. Banega tampoco se impuso y los laterales llegaron poco para lo que dejaba el rival, un equipo con un fútboll honesto pero nada seguro.

Un Sevilla de mantequilla, a leguas del equipo vibrante, agresivo y orgulloso que fue hace meses. Después de dos o tres intentos sin verdadera maldad de Konoplyanka y Gameiro en la segunda parte, empezaron a caer los goles y las lágrimas. Fabian Johnson, jugador que deslumbró en el Mundial con Estados Unidos, hizo un gol de calidad. Y así hasta el final, salvo los adornos de Vitolo y Banega que permitieron rescatar el goalaverage y dejar una llamita de esperanza. El Sevilla corrió pero no compitió porque es un equipo peor preparado para sufrir y para ganar. Se va antes de tiempo, como una toma falsa, empeorando sus registros de 2008 y 2010 en la competición. No era lo que el Sevilla quería. No era lo que nadie quería.