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BARCELONA-ROMA | YOUTH LEAGUE

Aleñá se vistió de Messi, pero no le valió al Juvenil

El Roma igualó al final del partido los tres goles de ventaja que tuvieron los culés (3-3) en el Miniestadi. El Juvenil A acabó con nueve.

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Dicen con la boca pequeña por las calles de la Ciutat Esportiva, sin querer correr más que lo permitido, que el próximo canterano que ilusionará en el Camp Nou es Carles Aleñá. Nacido en Argentona (cerca de Mataró, Barcelona), hijo de familia trabajadora y de padre exfutbolista que llegó a jugar en Segunda (Lleida, Elche, Xerez, Sant Andreu y Andorra), luce el 10 del Juvenil A del Barça y dio ante el Roma una clase magistral de lo que es jugar al fútbol en la primera parte y de lo que significa lucir el brazalete de capitán en la segunda.

Su equipo no pudo cerrar una victoria que parecía clara después de que él hiciese el 3-0, tras una jugada medio maradoniana, medio de Messi y con un toquecito ácido del mejor Neymar. Agarró la bola en la zona de creación por la derecha, se lanzó un autopase para superar por detrás y en velocidad al rival; la ventaja del espacio le permitió ir abriéndose de derecha a izquierda con dos recortes para colar la bola ajustado al palo derecho de la meta romana. El Miniestadi enloqueció y creyó ver cómo con esa obra se cerraba el choque, pero quedaba mucho por delante.

Antes de ese golpe de genio, Aleñá ya había aprovechado un servicio desde la banda para batir a Pop (23’), que entendió la potencia del Juvenil culé cuando en el 21’ Tur abrió el marcador. Muchos comenzaron a pensar que la cosa estaba sentenciada, pero el Roma levantó la moral al marcar antes del descanso el 3-1 y al poder aprovecharse del bajón físico de los culés (tres cambios antes del descanso) y de la expulsión de García, cuya segunda amarilla vio al provocar un penalti que sirvió para ajustar más el marcador.

Con el Barça reventado, cerrado, sin querer saber nada del balón, el tanto del empate nació después de no haber podido grapar el triunfo los culés. La intervención de Pop propició la salida en tromba de los romanos, que Ponce, al segundo palo, pudo culminar con éxito.

Los culés acabaron sin fuerzas, con nueve en el campo (Cucu se retiró lesionado), pero con un golpe de genio del genio; Aleña no pudo embocar en la meta italiana una acción de ataque, medio contra, medio estática: su golpeo se fue arriba. No hubo más. Los culés querían cerrar el pase la siguiente ronda. Deberán esperar. Eso sí, con Aleñá, todo es más sencillo.